Todos los escritores, al finalizar una novela, deseamos ser el centro de atención. Anhelamos las opiniones rápidas de los lectores y la reseña positiva de los críticos que impulsen nuestra obra a ser leída por todos. Pero esto no siempre sucede. ¿Alguien se ha preguntado qué siente el novelista al finalizar su obra? ¿Cómo definiría su trabajo una vez publicado?
Este cuestionario pretende transmitir la visión del escritor. Le preguntaremos sobre su novela y le daremos la oportunidad de promocionarla y hacerse autocrítica. En definitiva, será su manera de convencernos para que leamos su novela.
HOY NOS PRESENTA SU OBRA… María Ángela Martín Vega
1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.
Me llamo Mª Ángela Martín Vega. Nací en Madrid en el año 1955. Pasé parte de mi infancia y adolescencia en Zaragoza, aunque desde hace más de cuarenta años resido en Alcalá de Henares. Estudié graduado social en la Escuela Universitaria Social de Madrid, en el viejo edificio de la ca lle Costa Rica, que tan buenos recuerdos me ha dejado, pero aunque juré la Constitución, nunca llegué a ejercer la profesión. Mi trayectoria laboral, en contra de lo que me había imaginado en un principio, se desarrolló siempre en el ámbito de la administración y las finanzas, tanto en empresas públicas como privadas. Mi afición por la literatura proviene de mi infancia: desde los seis años era devoradora de cuentos, relatos de aventuras y ciencia-ficción. Heredé de mi abuelo paterno su tremenda imaginación, de mi madre su amor por la Historia y la buena literatura, un cóctel terrible que, en más de una ocasión hizo que se desesperase la profesora de Lengua y Literatura: evidentemente, yo tiraba por la “fantasía épica”. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, y debido a que gran parte de mi trabajo profesional se centró en investigar y solucionar problemas que atañían a la facturación, me fui moderando… Y tengo que decir que mis informes comerciales y los artículos que publiqué en las revista de la empresa en la que trabajaba eran más que aceptables. En C.O.U. gané el segundo premio del Certamen de Relato Corto del Instituto de Bachillerato Complutense, y en cierta ocasión incluso llegué a estrenar una obra de teatro infantil (“La pandilla del Bosque Encantado o cuando Arturo se llamaba Pepe”) con el grupo Telemaco-2 de Alcalá de Henares. Como me considero una mujer optimista y luchadora, cuando mi hermano me propuso el reto de escribir una novela “en serio” y publicarla, lo acepté y decidí escribir una obra imaginativa y bien documentada, llena de aventuras.
¿Cómo se llama tu nueva novela?
“El códice del franco”
2) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.
El tema central de la novela es la entrada masiva de francos (extranjeros), a través del Camino de Santiago durante el reinado de Alfonso VI. Su interrelación con la España de las Tres Culturas. Y los cambios políticos, sociales y económicos de los que fueron, al mismo tiempo, testigos y protagonistas. Su acción se desarrolla en los últimos años del siglo XI y primeros del XII. Mi propósito ha sido explicar al lector cómo se generaron dichos cambios y cómo aquellas instituciones políticas han llegado hasta nuestros días, influyendo en nuestra vida cotidiana. Está narrada en primera persona y es la historia de tres generaciones, que se entrelaza con la Historia con mayúsculas, a través de personajes muy humanos y entrañables, que podrían haber sido los antepasados de cualquier lector.
3) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.
La ha publicado en papel Éride Edicciones, C/Collado Bajo, 13, Madrid. www.erideediciones.es . Próximamente saldrá en formato digital.
4) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.
Todos son mis preferidos. Martin de Fontenay, el protagonista, un niño que va evolucionando poco a poco hasta convertirse en un hombre maduro, lleno de vida y buen humor; Gerardo, su escudero, imaginativo y dado a la fabulación; don Vela, el amigo incondicional; “El Burgundi” y Laín Pérez, sus cordiales enemigos; Adèle, fuerte, sensata y tierna al mismo tiempo; Ermesinda, sensible y llena de coraje; Martha, inteligente y pragmática; Ninette y Odette, las dos caras de una misma moneda; fray Alberto, Fátima, Isaac de Puente Castro, Miguel de Toledo, eruditos de culturas diferentes. Y Alfonso VI, diplomático o brutal, según las circunstancias; Constanza de Borgoña, aparentemente en segundo plano, pero dominándolo todo; doña Urraca de Zamora, elegante y siempre dispuesta a mandar, y sus tocayas, su prima hermana, la aguerrida condesa de Nájera y su sobrina, la futura reina de Castilla . Pero mi favoritos son Rodrigo Díaz de Vivar y Gastón de Burzy. Al investigar la vida del primero, me di cuenta de que había muchas lagunas que no tenían explicación desde el punto de vista oficial, hasta que llegué a la siguiente conclusión: ni fue un mercenario, ni estuvo formalmente desterrado, sino que, por conveniencias políticas, fue simplemente “alejado” de la corte de León, trabajando en la sombra para Alfonso VI. Pero si siento predilección por alguno, este es Gastón de Burzy, un ente completamente ficticio, del que fui descubriendo su personalidad según iba escribiendo la novela, porque es el típico personaje que “cobra vida propia” y que le irradia al autor su forma de pensar y de sentir, en lugar de ser el autor el que se los transmita a él… Y os aseguro que es el más interesante de los personajes y el que más influirá en el protagonista y en todos cuantos le rodean.
5) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?
Haciendo una investigación para mi hermano Ignacio Ramón Martín Vega sobre el Camino de Santiago. Me di cuenta de que el siglo XI fue una época apasionante. Alfonso VI abrió sus fronteras a gentes venidas de toda Europa, que tuvieron que convivir con Tres Culturas completamente diferentes y adaptarse a ellas. Fue la época de las grandes construcciones del románico, del tránsito del latín a las diferentes lenguas romances, entre ellas el castellano, o mejor dicho, el salto del latín leonés al pre-castellano. De la invasión almorávide (fundamentalistas suníes). Del esplendor del Camino de Santiago. De la conquista del Reino de Toledo. De los Fueros. Del Cid. Del punto de partida de nuestro actual derecho e instituciones políticas.
6) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?
Tres años. En un determinado punto, me quedé atasca. Y no pude avanzar hasta que no cotejé las crónicas cristianas con la documentación que aportaban los autores árabes.
7) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?
Os parecerá increíble, pero pude comprobar, leyendo los textos originales, tanto latinos (Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo) como como árabes (Memorias del rey Abd Allah, último rey zirí de Granada), la importancia tan tremenda que tenía la mujer en el siglo XI. Creo que si alguna de ellas hubiera podido leer nuestra actual Ley de Igualdad, se hubiera sonreído para sus adentros. Este aspecto me rompió los esquemas sobre la pretendida discriminación de la mujer en la Edad Media por razón de sexo. Las diferencias existían en función al estatus social al que pertenecía el individuo; pero dentro de este estatus, el varón y la mujer tenían plena igualdad. Incluso en el ámbito jurídico, la mujer gozaba de ciertas ventajas y garantías procesales a las que el varón no podía acceder. Las mujeres de clase alta podían ser consejeras de la Curia Regia o gobernar extensos territorios y tener mando directo sobre la tropa. En las de clase media y baja descansaba la responsabilidad de organizar “la Casa”, entendida esta como el conjunto de bienes en que se sustentaba la economía doméstica y que se debían transmitir a los hijos, y de colaborar con sus maridos en las labores artesanales y agrícolas. Esta situación se prolongó en las clases altas hasta el siglo XVI y en el ámbito rural hasta nuestros días. También me llamó la atención que en los reinos cristianos no se hacía distinción entre hijos legítimos y e ilegítimos, ya que generalmente eran educados todos juntos en la casa paterna. Y que, en la zona musulmana, las esclavas que le daban un hijo a su señor, pasaban a la categoría de “esclavas-madres”, lo que les garantizaba la libertad y una subsistencia económica al morir su amo.
8) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?
Porque nos hace recordar una de las épocas más interesantes de nuestra Historia, enlazándola con las vivencias personales de los protagonistas, de una forma amena, directa y sencilla. Hasta ahora, el comentario que más han hecho llegar los lectores ha sido este: “Me ha encantado”. A pesar de la dureza de la época, está narrada con un optimismo contagioso y los protagonistas son tan humanos que el lector puede sentirse identificados o indignados con ellos… Muchos lectores me han parado por la calle, para comentármelo, lo cual me ha llenado de emoción.
9) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella?
Os dejo una página intermedia, en la que no se desvela ningún secreto del argumento:
“Entonando canciones de guerra, con las banderas desplegadas, ondeando al viento, llegamos a Coria. Acampamos a las puertas de la ciudad durante varios días. Esperamos a que se reuniera el grueso del ejército cristiano y proseguimos el avance hacia el sudoeste, siguiendo el trazado de la Vía de la Plata, en medio de extensos bosques de encinas y alcornoques. Llegamos a Aliseda, y atravesamos la Sierra de San Pedro y el río Salor. Junto a sus orillas, el paisaje se fue haciendo menos abrupto y la jara y el brezo dejaron paso a pequeños grupos de robles, alisos, sauces y fresnos. Estábamos casi a mediados de octubre y el otoño pintaba de tonos rojizos y amarillos las hojas de los árboles. El viento del oeste hacía tremolar nuestros estandartes y pendones. De vez en cuando caía un aguacero que empapaba nuestros mantos y hacía más dificultosa la marcha. Pero manteníamos el buen ánimo, porque según nos íbamos internando en las extensas dehesas de la taifa de Badajoz, arrasando todo a nuestro paso, las nubes se fueron disipando y, en el cielo añil, además de buitres, se veían águilas reales extendiendo sus alas sobre nuestras cabezas, buen presagio, que auguraba una rápida victoria.
A mediados de octubre, alcanzamos nuestro objetivo y acampamos a pocas millas de Badajoz. Empero, nuestros ojeadores nos avisaron de que el ejército musulmán lo había hecho junto a las murallas de la ciudad.
“-Estos quieren enrocarse- le comentó Gastón a Wildo-. Saben que si les atacamos de frente, les amos a vencer; así que se han cubierto las espaldas. En caso de derrota, sus correligionarios les abrirán las puertas y entrarán corriendo a refugiarse tras sus muros.
“Lo mismo pensó el rey que mandó un mensaje al emir Yusuf Ibn Tasfin, diciéndole: “Aquí me tienes. He venido desde los confines de mi reino. Y tú te escondes dentro de la ciudad. ¿Es que acaso me tienes miedo?”. Con lo que, para no parecer cobardes, cruzaron el río Guadiana y establecieron sus campamentos en su margen derecha. Distaban de nuestros reales unas tres millas.
Una embajada andalusí se acercó para parlamentar y acordar la fecha del combate.
Era jueves, 22 de octubre.”