lunes, 21 de julio de 2014

GABRIEL CASTELLÓ NOS RESEÑA SU NOVELA "PRINCEPS, EL PRIMER CIUDADANO DE ROMA"

Todos los escritores, al finalizar una novela, deseamos ser el centro de atención. Anhelamos las opiniones rápidas de los lectores y la reseña positiva de los críticos que impulsen nuestra obra a ser leída por todos. Pero esto no siempre sucede. ¿Alguien se ha preguntado qué siente el novelista al finalizar su obra? ¿Cómo definiría su trabajo una vez publicado?

Este cuestionario pretende transmitir la visión del escritor. Le preguntaremos sobre su novela y le daremos la oportunidad de promocionarla y hacerse autocrítica. En definitiva, será su manera de convencernos para que leamos su novela.

HOY NOS PRESENTA SU OBRA… GABRIEL CASTELLÓ

1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.

Soy Gabriel Castelló, novelista histórico especializado en la antigua Roma. Empecé en este maravilloso mundo de la literatura épica con Valentia, las memorias de Cayo Antonio Naso, una novela ambientada en las guerras sertorianas. Tras ella llegó Devotio, los enemigos de César, donde continuaba con la saga de los Antonio de Valentia en dos escenarios paralelos: la gran persecución de los cristianos en el siglo IV y las campañas de César en Hispania durante la guerra civil contra Pompeyo.

2) ¿Cómo se llama tu nueva novela?

Princeps, el primer ciudadano de Roma.

3) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.

Es la tercera entrega de mi saga, compartiendo algunos personajes importantes con Devotio. El tema central de la novela es la ambición. El asesinato de César en los idus de marzo destapa las verdaderas intenciones de tres hombres y una mujer que pugnarán durante más de una década por controlar el mundo mediterráneo. Princeps es el retrato de cómo los triunviros y el hijo de Pompeyo el Grande trataron de hacerse con el poder absoluto de la república hasta que solo quedó uno.

4) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.

Al igual que sus antecesoras Valentia y Devotio, la ha editado en papel el sello Good Books. Os invito a visitar sus perfiles oficiales en Facebook y mi blog gabrielcastello.blogspot.com.es, donde encontraréis más información sobre ellas.

5) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.

Esta novela no tiene buenos y malos, sino malos y más malos. No he tratado de hacer un retrato maniqueo en el que idealizo a un personaje y envilezco a los demás, sino que el lector descubrirá que los grandes hombres del pasado tuvieron muchas cosas de las que no estar orgullosos, así como otras gestas dignas de héroes. Así es el género humano, capaz de lo mejor y lo peor. Entre el mosaico de personajes que pueblan la novela destacaría a Lucio Naso, el personaje ficticio que enlaza la saga, Sexto Pompeyo, el hombre que casi dominó Roma, Marco Antonio y su socia Cleopatra y Gayo Octavio, quien acabaría siendo el prínceps. Si he de marcarte un favorito, por su carácter contradictorio y su agitada vida, me quedaría con Marco Antonio, pues en esta novela he tratado de mostrarlo tal cual era y no tan idealizado como Shakespeare y Hollywood nos lo han trasladado.

6) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?

Princeps culmina mi saga sobre la agonía de la república, pues hubiese sido imposible contarlo todo en un único libro. En Devotio tuve que cortar justo después de la gran victoria de César en Munda y en Princeps he retomado la acción desde el asesinato del dictador hasta el gran triunfo de Octavio sobre su rival Antonio. En principio la novela iba a ceñirse a la revuelta siciliana de Sexto Pompeyo y su enfrentamiento con Agripa, pero no pude evitar la tentación de narrar en paralelo el fin de Bruto y Casio, las campañas desastrosas de Antonio en Oriente y el auge de Octavio, y más en el año del 2000 aniversario de su fallecimiento… 

7) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?

Escribir cada una de ellas me llevó dos años… Documentarme, media vida (y sigo haciéndolo) Como apasionado de la antigua Roma que soy, leyendo, recreando, novelando y divulgando, no es un problema documentarme, sino un placer. Amenazo con seguir escribiendo más novelas ambientadas en nuestro pasado romano. 

8) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?

La verdad de muchas escenas y personajes que nos ha llegado tergiversada por el cine o el imaginario colectivo. El lector de entre en mi mundo descubrirá personajes épicos y desconocidos como Sertorio o Sexto Pompeyo y tendrá una nueva visión de grandes protagonistas del fin de la república como Pompeyo el Grande, César, Cleopatra, Marco Antonio u Octavio. 

9) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?

Si te apasiona la antigua Roma, si disfrutas con un buen relato épico, si te gusta viajar desde las letras, si quieres sentir una inmersión en el mundo antiguo y vivirlo como si estuvieses allí, te invito a que subas a esta máquina del tiempo llamada Princeps.

10) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella? 

Aquí tienes uno de sus pasajes en el que descubrirás un pasaje de la biografía de Cleopatra muy poco conocido…

- EL NIÑO FARAÓN-

El fastuoso palacio real de Antihrrodos estaba más engalanado de lo normal para las celebraciones del Mesut-Necheru, una de las festividades más relevantes del antiguo culto egipcio, ceremonia que aquella reina de origen macedonio había adoptado como suya en su interesado sincretismo con el pueblo al que regía. Hasta las palmeras, tamarindos y sicomoros que sombreaban los jardines estaban decorados con tiras de telas de vistosos colores. Bajo el gran friso del acceso principal, en las escalinatas que se adentraban en la turbia agua del puerto, estaba esperando a Cleopatra su más fiel asistente, uno de los eunucos que habían pasado junto a ella buenos y malos momentos desde la ignominia del destierro a la felicidad de su maternidad ya como soberana de las dos tierras. La nave real izó sus remos de fresno y plata y se deslizó como un cisne sobre la quietud de la dársena real. Dos servidores lanzaron una ancha cinta de lino rojo que se desplegó desde los pilonos de la entrada hasta la misma escalinata, llegando hasta la pasarela en la que los criados palatinos habían dispuesto un regio palanquín para poder llevar a su señora hasta el interior del palacio sin que sus pies tuviesen que hollar las musgosas piedras del muelle…

―Mi señora, la cena ya está preparada ―le dijo su leal servidor, susurrándole después a la oreja―. ¿De verdad deseas que le ponga lo que me has pedido en su copa?

―Hazlo, Mardión, y hazlo con diligencia. No escatimes con el acónito; cada día que pasa, mayores riesgos corre el reino.

La reina le remarcó con un afectado ademán de mano para que se apresurase en cumplir su voluntad. Aquel, reverente y leal, asintió, tomó con las manos el grueso pliegue de su larga túnica y dirigió su oronda panza de inmediato al interior de palacio, hacia las cocinas, dispuesto a verter el contenido del pequeño ungüentario que portaba en su saco en la copa ceremonial del divino Ptolomeo. Era la fiesta del nacimiento de los dioses, el inicio del año agrícola tras las crecidas del Nilo, y Mardión estaba seguro de que, a pesar de su juventud, el joven rey no despreciaría una buena jarra del vino de Chios que tanto agradaba a su hermana y esposa.

Cuando las últimas luces del día languidecieron por el lejano Occidente, un brillo hasta entonces imperceptible comenzó a destacar bajo la oscura bóveda de los cielos. Allí, en aquel extremo rocoso de la isla de Pharos, se erguía la más práctica maravilla arquitectónica que albergaba aquella urbe espléndida, el sueño de Alejandro, una ciudad más grande y opulenta que la todopoderosa y sucia Roma. Punto de referencia para los marinos de todo el oriente del Mare Internum, el resplandor reflectado por aquel juego de espejos desde la cima de la gran torre indicaba el camino para toda embarcación que se aproximara a la ciudad desde más de treinta millas a la redonda. La gran torre de Pharos guiaba a los navegantes igual que Alexandria marcaba el rumbo del saber y la elegancia con su Gimnasio, su Museo y Biblioteca, el fastuoso barrio de Broucheion y los bellos templos de Isis y Serapis. 

El formidable palacio de la Reina de las Dos Tierras estaba ubicado frente a aquella alta y cuadrada torre coronada por una inmensa hoguera, en la angulosa isla de Antihrrodos, rodeado de parterres de jazmines y frondosos palmerales vertebrados por una fabulosa porticada de más de seiscientas columnas de granito rojo. En antítesis al jolgorio que se había vivido durante las celebraciones del día, un ambiente sepulcral imperaba en cada rincón del nuevo palacio de la soberana de Egipto. Ni las esclavas de la reina, ni los criados y los eunucos de su séquito seguían pululando por sus estancias privadas. Solo se escuchaban los llantos de las plañideras y los lamentos atiplados de algunos chambelanes que guardaban luto alrededor del cuerpo frío e inerte del joven Ptolomeo, hermano y esposo de la reina y corregente suyo desde que César depusiese a su otro hermano mayor, el anterior Ptolomeo. Todo había sido muy rápido. Antes de servirse los postres, el rey se había indispuesto, vomitando, sudando y temblando a pesar de los potentes efectos del calor y el vino. Los criados lo habían retirado convulsionándose a sus aposentos postrado en unas parihuelas y, al poco tiempo de aquel repentino achaque, había dejado de respirar echando espumarajos por la boca; tenía solo quince años.

Cleopatra estaba sentada en un confortable diván de mimbre, vestida solo con un escueto y fino himatión de lino que permitía que la brisa nocturna la aliviase del ardor, nervios y tensiones que había soportado aquel sofocante día de Gorpiaios, el mes que sus súbditos conocían como el cuarto de Shemu. Frente a ella, sentado en un cojín y sin saber si debía preguntar, contemplando a su madre hierática y meditabunda, estaba el pequeño Cesarión, su único hijo fruto de aquella tórrida relación con Gayo Julio César, quien fuese dueño y señor del mundo y cuyos despojos pretendían repartirse aquellos lobos romanos al otro lado del gran mar.

―Madre, ¿qué le ha pasado al tío Ptolomeo?

―Ha sido llamado por los dioses, Cesarión ―le respondió con una serena sonrisa, mirando después con orgullo como refulgían las antorchas desde el lejano Eunostos hasta el malecón del Puerto Real de Lochias. 

―Pero… ¿ya no volverá nunca más?

Cleopatra se levantó de su sillón, tomó de las manos a su hijo y juntos se acercaron hasta la barandilla desde la que tenían una vista envidiable de todo el Broucheion, el área palatina donde estaban ubicadas todas las residencias reales de sus ancestros desde que el primer Ptolomeo, el diadoco del gran Alejandro, volviese de Babilonia dispuesto a regir el país de las dos tierras y hacer de aquella ciudad la más próspera urbe de las riberas del Gran Verde. La reina miró con ternura a su hijo y se percató de que no había entendido su respuesta; era demasiado pequeño para saber qué sucedía cuando un alma llegaba ante el juicio de Osiris…

―No, hijo, no ha de volver más al mundo de los vivos, pero no has de estar triste ―le dijo con ternura, secándole un conato de lágrima que afloraba de su ojo derecho―. Ahora, tú y yo seremos los reyes de Egipto y, quién sabe, quizá algún día del mundo. Te saludo, Ptolomeo Filópator Filómetor César…

miércoles, 16 de julio de 2014

MELILLA, EN EL CORAZÓN

Un artículo de Miguel Ruiz de Almodóvar Sel



Si el destino hubiera cumplido sus reglas naturales, yo habría nacido en el norte de África, continente donde fui concebido por un capitán de aviación y una mujer de bandera, ex regidora cultural de la Sección Femenina en Málaga. La causa estaba clara, la costumbre entonces era nacer en casa de las abuelas maternas, y yo no fui una excepción. Ahora bien, una vez bautizado con las urgencias de antes, y por tanto cristiano, católico, apostólico y romano, regresé a Melilla a los pocos días de nacer, permaneciendo en esta casi por completo el primer año de mi vida, hasta que un ascenso inesperado y altamente añorado quebró mi rumbo vital, desgajándome para siempre y de raíz de aquel mi primer país, mi primer territorio de la infancia. Pasaron desde entonces más de cuarenta años y un largo pico, hasta mi feliz retorno hace unos veranos a lomos de un veloz y moderno “melillero”.

En el trayecto y a ratos la cabeza se me inundaba de anécdotas familiares relacionadas todas ellas con aquella estancia, que para mis padres lo sería de casi diez años. Sin embargo incluso las más queridas se vendrían literalmente abajo y se desmoronarían tras bajar del barco y pisar Melilla. De pronto y por fin todos aquellos recuerdos dejaron de serlo, suplidos con ventaja por una hermosa realidad que me anestesiaba por momentos. Un recibimiento inesperado ayudó a sentirme enseguida como en casa, el taxista confundido se empeñaba en conseguir mi autógrafo a la fuerza, creía transportaba a un visitante ilustre, actor cómico sudamericano, de largos bigotes y ojos achinados para más señas, me refiero a “Bigote Arrocet”. 

Una rápida y alocada carrera por el centro en busca del hospedaje contratado me bastó para darme cuenta del lugar donde estaba, una ciudad maravillosa, gracias a Dios, apenas maltratada, con sabor antiguo, mezcla de estilos equilibrados, habitada por un paisanaje variopinto, multirracial y claramente diferenciado, reflejo de la feliz y pacífica convivencia de tres clásicas religiones: musulmana, judía y cristiana. Una ciudad digna de ser visitada por todos, situada a 110 millas de Málaga, 140 de Orán y 150 de Tánger. Una ciudad abierta al Mediterráneo, bajo un cielo purísimo y en la amplia bahía oriental del Cabo Tres Forcas. Una ciudad, la Ciudad Autónoma de Melilla difícil de olvidar. Una ciudad, en fin de las más hermosas del Norte de África, y además, no lo olvidemos, netamente española.
Cartel ganador de las fiestas, realizado por Gabriel Ruiz de Almodovar Mateo

jueves, 10 de julio de 2014

JOSÉ DE CORA NOS RESEÑA SU NOVELA "LA NAVAJA INGLESA"

Todos los escritores, al finalizar una novela, deseamos ser el centro de atención. Anhelamos las opiniones rápidas de los lectores y la reseña positiva de los críticos que impulsen nuestra obra a ser leída por todos. Pero esto no siempre sucede. ¿Alguien se ha preguntado qué siente el novelista al finalizar su obra? ¿Cómo definiría su trabajo una vez publicado?

Este cuestionario pretende transmitir la visión del escritor. Le preguntaremos sobre su novela y le daremos la oportunidad de promocionarla y hacerse autocrítica. En definitiva, será su manera de convencernos para que leamos su novela.

HOY NOS PRESENTA SU OBRA   José de Cora.

1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.

Soy un escritor y periodista de Lugo con una treintena de libros a mis espaldas y con ganas de seguir haciéndolos para contrarrestar mi ignorancia.

2) ¿Cómo se llama tu nueva novela?

La navaja inglesa.

3) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.

Carlos III y sus asesores deciden colocar una fuente de Cibeles en el corazón del nuevo Madrid, pero ¿saben realmente qué cultos exige la diosa y qué favores otorga a quien se los rinde? Sangre y sexo son dos componentes esenciales de una deidad que fue llamada por Roma para la solución de los problemas que entonces les acucian, hambre en el interior y Cartago en el exterior. Es posible que su influencia en la capital española también sea favorable, pero antes deben rendirle los sacrificios tradicionales. La novela trata de explicarlo, que es tanto como explicar la historia de Madrid.

4) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.

De momento, en papel. Es un nuevo libro de Tropo Editores y se pueden leer informaciones sobre ella en...






5) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.

La nómina es amplia. Si dejamos a un lado los que son estrictamente históricos _ Carlos III, María Luisa de Parma, el padre Eleta, José de Hermosilla, el Doctor Castro _, me quedo con Violeta de Curazzo, una mujer de rompe y rasga que encarna en sus facciones a la propia Cibeles y que tiene una biografía de amplio recorrido erótico; con Mayorga, el encargado de investigar los crímenes; con Lorenzo Chacón, un arquitecto deseado por las damas; con Emilio Cenarrusa, La Oreja del Rey, su amigo y consejero en los asuntos más íntimos; con el Negro Tomás, un lacayo de apellido Borbón que reparte sus favores allí donde es reclamado; con Dosindido, el niño con vocación sacerdotal que se convierte en víctima propiciatoria; con el barón de Esteiro Labandal, director de la casa de corrección de San Fernando de Henares y apasionado de la diosa; con Goomer Astudillo, conde de Sanchezcapitán, el noble chistoso de todas las cenas; y con los padres de Dosindito, Cayo, que ejerce de apretador en un teatro, y la Reme, experta en puteríos, pócimas, hierbajos y amarres; por citar algunos de los más sonados de una obra coral y multitudinaria en la que el elenco se aproxima al centenar. ¿El favorito? El que determinen los lectores.

6) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?

En mis libros trato de acercarme a los enigmas y de responder interrogaciones. Cibeles me llamó la atención y me la sigue llamando porque es una deidad presente en el nacimiento de todas las Grandes Madres, por su antigüedad y por la prolongación que va a tener en el cristianismo, muy especialmente en los ritos de Semana Santa. Más que de una chispa, La navaja inglesa nace de un meteorito, como Cibeles, y al decir de algunos, como la vida en la Tierra.

7) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?

No me documenté especialmente. Como ya dije, el tema y la época me habían atrapado antes de ponerme a escribir. La novela anterior, «La verdadera historia...», también se desarrolla en el XVIII. La documentación más específica se centró en la biografía de algunos personajes, como María Luisa de Parma, el propio Carlos III, Hermosilla y Olavide, por ejemplo. En cualquier caso, rechazo que sea una novela histórica en sentido unívoco. Hay personajes reales, lugares conocidos y circunstancias que sucedieron, pero el adjetivo sólo afecta a un porcentaje de la trama. También podríamos decir que es policíaca, erótica, mitológica, política, sádica, esotérica o cabalística. Es eso y también todos los adjetivos juntos, por lo tanto, es esdrújula.

8) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?

Infinidad de pequeños detalles que venían a corroborar la tesis inicial. Es muy curioso el papel de los huevos _ cáscaras de huevo _ en la celebración de la Pascua y el que alcanza en Montesclaros, el lugar de donde se extrae el mármol para construir la fuente. Permítame que remita el lector a la novela porque explicarlo con detalle me llevaría lo mismo que me llevó el libro.

9) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?

Por obligación. Es decir, para evitar que algún día se tenga que decir: «¡Ah, pues yo no sabía nada!»

10) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella? 

Ésta es parte de la descripción del Negro Tomás:

«El Negro Tomás se relaciona con gente de la corte, pudientes o de rancio abolengo para quienes realiza fregados de variada laya. Conduce el calesín de los Curazzo, mata los pollos al duque de Pastrana y si se tercia, acompaña a ciertas damas cuando han de acudir solas por Madrid adelante. Eso es lo que se cuenta cuando no se le quiere manchar el nombre, pues también le cuelgan otras encomiendas que no aprobaría lo más dulce del inquisidor menos estricto. Por eso y porque su presencia no pasa inadvertida aunque se lo proponga, de su nacencia se alardean las que son y las que no son. La primera, que él mismo sostiene ante quien se lo consulte, hace a su madre princesa africana de tribu ignota, repudiada por adulterio y acogida por misioneros, que luego viaja con ellos a Nápoles, aunque acaba sus días en Rascafría, sirviendo comidas a los imagineros de contrata y a los canteros, orfebres, pintores y marmolistas andaluces del Transparente, tabernáculo en el Paular de belleza incomparable. Su padre sería, como él, Utubo Ngambé, el rey de esa tribu de la que nadie conoce ni cuna ni residencia. Pero en la corte se bisbean otros orígenes no menos ilustres, como que es Borbón, si no de sangre, sí de apellido. Que su padre no fue rey, sino arquitecto. O no arquitecto, sino criado mulato allá en el Nápoles borbónico. Que el rey Carlos lo trajo con otros dos de su raza para servirle en su destino madrileño, y cómo no sería el hombre de querido por el monarca, que le da nuevas credenciales y apellidos, bautizándolo Antonio Carlos Borbón Ngambé. Bajo esa identidad se casa con la italiana Silvana Georgi y se hace gran amador de todas las pieles. De la italiana por compromiso contraído en los altares y de todas las demás que tienen Nápoles como obligación diplomática, pues de boca a oído viajan historias de lo mucho y bueno que Antonio Carlos Borbón Ngambé esconde tras las ropas que cubren su entrepierna.»

domingo, 6 de julio de 2014

CUESTIÓN DE ESCRIBIR NOVELA HISTÓRICA. HOY CONTESTA... OLALLA GARCÍA





OLALLA GARCIA


1.         Preséntate tú misma a tus lectores.
Soy Olalla García. Escritora, docente, traductora literaria. He estudiado Historia e impartido clases en la universidad. A día de hoy tengo cuatro novelas publicadas: “Ardashir, Rey Persia”, sobre la creación del imperio sasánida (s. III); “Las puertas de seda”, sobre el conflicto entre Roma y Persia (Shapur y Valeriano) trasladado desde el campo de batalla a las vidas privadas de una serie de personajes sacudidos por el conflicto (s. III); “El jardín de Hipatia”, sobre las luchas de poder en Alejandría en tiempos de la filósofa Hipatia (s. V); “Rito de paso”, sobre el pintor Caravaggio y su turbulenta estancia en la isla de Malta, entre los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén (s. XVII).
Para saber más, seguir leyendo…

2.         ¿Cuándo escribiste tu primera historia?
Escribo desde que era muy pequeña, cuando estaba en el colegio. No recuerdo cuál fue mi primera historia, pero sí puedo decir que gané mi primer certamen literario con once años, y para entonces ya llevaba bastantes cosillas escritas.

3.         ¿Cómo recuerdas los comienzos de tu profesión de escritor?
Hubo una época, en el instituto y después en la universidad, en que escribía todos los días, sin falta, durante una o dos horas. Además, indiscriminadamente: relato breve, poesía, historias largas, descripciones, diario… También llevaba una libreta en la que anotaba las conversaciones interesantes que oía en la calle, el autobús… Si sumamos a esto que siempre he sido una lectora voraz, el resultado es que, cuando empecé a escribir mi primera novela, tenía ya un amplio bagaje a mis espaldas. Y creo que eso se nota.



4.         ¿Has podido, en algún momento de tu vida, vivir de la escritura?
Sobrevivir, sí, aunque no sólo de las novelas, sino del conjunto de actividades que realizo en colaboración con las editoriales. La escritura es una de ellas, pero también trabajo, por ejemplo, en traducción.

5.         ¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?
Aprendí a leer en casa, a los tres años, cuando en el cole nos enseñaban a colorear dibujos. No recuerdo cuál fue mi primera lectura, pero en casa no teníamos libros infantiles, así que saqueaba la biblioteca de mi padre. Lo que sí recuerdo es que hubo un libro que me dejó profundamente impresionada: “Cien años de soledad”, que leí tal vez a los diez años, aunque ahora sé que no era capaz de entender la mayor parte de la historia. El primer libro que sí entendí completamente y que me marcó fue “La historia interminable”, a los doce años. Sigue siendo uno de mis favoritos.

6.         La inspiración siempre es esquiva, o no. ¿Tienes algún método o rutina para que no falte a la  hora de escribir?
Ningún creador puede vivir sólo de la inspiración. Lo importante es adquirir experiencia y técnica, es lo que a la larga sostiene nuestras obras. Eso sí, el esfuerzo constante ayuda a que cuando llega la inspiración, te pille trabajando, como decía Picasso.

7.         Reseña, sin humildad, tus libros mejor escritos.
Si no os importa, prefiero dejar que los reseñen otros. Un colega me dijo una vez una frase muy sabia: “El escritor no lee lo que ha escrito, sino lo que ha querido escribir.” Así que no considero que la reseña de una obra propia sea fiable. Pero, si queréis, os dejo algunas frases que tras personas han escrito sobre las mías:

“Ardashir, Rey de Persia”, ArtHistoria:
Una excelente novela. La maestría de la autora nos desvela el fascinante mundo de los usos culturales de los persas, desde la intimidad de sus hogares hasta el esplendor capitalino de las grandes familias o de la corte de Ctesifonte. Podrían haberse cargado las tintas del exotismo, pero es precisamente el cariño de la autora a este periodo y su mucho saber lo que hacen que la novela enganche con la curiosidad del lector de la primera a la última página.



“Las puertas de seda”, Anika entre libros:
Si tuviera que definirla con un solo calificativo éste sería: elegancia. (…) Elegancia presente en un cuidado exquisito por el cómo se cuenta, que se traduce en una narración ágil y eficaz, en la que cada palabra aparece perfectamente colocada en su justo lugar. (…) Es una novela en estado puro.
Los personajes son de carne y hueso, sólidos, perfectamente dibujados, con una psicología peculiar y propia, protagonizando una serie de peripecias a cuál más apasionante; personajes que terminan convirtiéndose en tus amigos y de los que te cuesta mucho separarte al final



“El jardín de Hipatia”, Historia de National Geographic:
Historiadora de formación, Olalla García escribe desde un profundo conocimiento. Muestra perfectamente desde los más nimios detalles cotidianos hasta las más complejas cuestiones del ambiente ideológico. La palabra fluida y las tramas absorbentes hacen de esta obra un libro muy bien contextualizado y de una lectura muy recomendable.



“Rito de paso”, Hislibris.
Narrada con propiedad, con buen estilo, manteniendo el equilibrio entre unas partes y otras, de modo que el tempo y el ritmo se mantengan crecientes y no haya tiempos muertos, solo breves momentos de respiro, para continuar subiendo el tono. (...)
En suma, Olalla García, que en sus anteriores novelas ha complacido a crítica y público lector, se ha superado a sí misma con esta nueva novela. El lector tiene garantizadas unas horas (o días, depende su tiempo de lectura) de entretenimiento y de placer.

8.         ¿A qué personaje de tus novelas te gustaría dar vida?
Para mí, de alguna manera, todos están vivos. Pero si tuviera que elegir a uno solo, tal vez sería Abursam, el protagonista y narrador de “Ardashir, Rey de Persia”. Tal vez porque tu primera novela es algo muy especial, y sus personajes  te han estado acompañando de forma conmovedora.

9.         ¿Crees que el negocio editorial va por buen camino?
Por buen camino ¿para quién? Porque hay un montón de agentes implicados: escritores, editores, distribuidores, libreros… Yo tengo relación personal y profesional con todos ellos. Y, en general, parece que nadie está del todo satisfecho con cómo marchan las cosas en este momento. Así que supongo que la respuesta es: no.

10.      ¿Cómo compatibilizas tu vocación con tu vida particular?
Es complicado, porque la escritura es una de las actividades más absorbentes que existen y, si se lo permitiéramos, nos arrebataría todo: las horas de sueño, las de vigilia, el tiempo personal, el de la familia, los amigos. Hay que saber cuándo decir “basta”. Pero no siempre es fácil.

11.      ¿Cuál es tu peor manía a la hora de escribir?
Terminar lo que he empezado. Y esto vale para cualquier actividad de mi vida cotidiana. Por eso, cuando me levanto y planifico el trabajo del día, siempre intento ser realista con respecto a cuánto puedo avanzar; por ejemplo, si veo que no me va a ser posible terminar una escena, prefiero no empezarla en lugar de dejarla a medias. Además, esta forma de trabajar es muy gratificante porque sientes que vas cumpliendo objetivos día a día. 
12.      Indícanos un autor predilecto anterior al s.XX que te haya convencido como lector y como escritor.
Hay muchos, muchísimos. Soy una gran lectora de clásicos, y en concreto, la literatura del s. XIX me fascina. Por mencionar uno que está entre mis favoritos: Nikolái Gógol y su maravillosa obra inconclusa Almas muertas. Ojalá nos hubiera llegado la segunda parte, cuyo manuscrito el autor quemó antes de morir.

13.      ¿Ebook o en papel?
Cada uno de ellos tiene sus ventajas. Yo me he criado con libros en papel, así que siento una emoción especial al olerlos, pasar las hojas… es una experiencia sensorial que refuerza el placer de la lectura. Por otra parte, el libro electrónico tiene otras virtudes: es barato, liviano, manejable, ahorra espacio… Y eso también se agradece. Se acabó el sobrecargar con diez kilos de libros en cada viaje. Y las estanterías… ¡buf! En casa tengo en todas las habitaciones; y los armarios, llenos con libros en lugar de con ropa. Que nadie diga que el saber no ocupa lugar.

14.      ¿Qué relación te une con Granada?
Familiar y profesional. Un montón de buenos recuerdos; encuentros y reencuentros con familiares, con amigos, maravillosos paseos por el presente y el pasado… hay donde elegir.

15.      ¿Qué te traes, actualmente, entre manos?
Mi principal interés en este periodo tiene que ver con la vida familiar, no con la profesional. Es el comienzo de una nueva etapa y quiero dedicarle tiempo, como a todos los momentos importantes en la vida.

16.      Recomienda un libro para este verano.
No voy a recomendar un título, pero sí precisamente eso: un libro. Y mejor si son dos o tres.

17.      ¿Qué es para ti la novela histórica?
Una forma de escritura tremendamente exigente, que requiere gran cantidad de preparación, tiempo y esfuerzo. Un buen autor de novela histórica tiene que reunir las habilidades de un buen escritor y de un buen historiador. Y eso no es nada sencillo.

18.      ¿Qué te has dejado en el tintero?
Ahora mismo, creo que nada. Pero seguro que en cuanto envíe el cuestionario me acordaré de algo más que me hubiera gustado decir. Suele pasar…

19.      ¿Existe algún libro que no te hayas atrevido a leer? ¿Puedes decirnos cuál y por qué?
No sé si diría que no me he atrevido, pero sí que hasta ahora no he tenido el estado de ánimo necesario para abordar la lectura: Finnegans Wake, de Joyce.

20.        ¿A qué escritor te gustaría que enviáramos este cuestionario? 
Veo que todos los nombres que acuden a mi memoria ya han respondido antes que yo. Todos ellos, amigos y colegas a los que admiro y respeto. Y eso me hace pensar que, a día de hoy, en nuestro país la novela histórica está magníficamente representada, y que es una suerte estar en semejante compañía.

Página Web de autora: www.olallagarcia.com

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

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