martes, 8 de diciembre de 2015

LOS SECO DE LUCENA (3)

Un artículo de Helene Boland Seco de Lucena, descendiente familiar.

LUIS SECO DE LUCENA PAREDES

“Don Luis, catedrático. Don Luis, director de estas jornadas, Don Luis, conferenciante. Don Luis, multiplicado”*. Aunque parezca poco factible, le faltan aún más calificativos a Don Luis, pero pensándolo bien de cada una de estas palabras derivan las otras: el incansable investigador, el amante de la música, el buen amigo de sus amigos, por supuesto el profesor, esposo y padre de familia, y por último mi abuelo.



Nace en Granada justo al empezar el siglo, en 1901. Es hijo del famoso periodista con el que comparte nombre y apellidos y sobre todo, su ilusión por ver Granada propulsada a lo alto de la cima. La influencia de la fuerte personalidad paterna sobre el joven Luis se puede medir en su incursión en la prensa a sus 13 años, pues junto con unos amigos editan un semanario titulado La Libertad, en sus columnas como articulista en La Publicidad, en El Defensor, en la Gaceta de Sur en los años 1924-1925, y más adelante utilizándola como medio para su labor en pro de la defensa de Granada artística y la divulgación de lo que yo llamaría “su gran Obra”, su investigación sobre la historia política y cultural del Islam español. Es curioso el paralelismo que existe entre su propia vida y sus éxitos laborales basados en esa laboriosa investigación: dos enormes puzzles a los que en su debido momento se dispondrá a colocar una pieza tras otra hasta completarlos.

Al tener un carácter independiente se mostrará seguro al comunicarle a su padre, que veía en él un digno sucesor, su decisión muy joven aún, de lanzarse a por la cátedra de lengua árabe de Granada y es que al irse a preparar el doctorado a Madrid conoce a Ángel González Palencia, a Emilio García Gómez, a Menéndez Pidal, a Manuel Gómez Moreno y a Miguel Asis, siendo este último el que le va a dar sin saberlo, la clave que le abrirá la puerta de la investigación, al comentarle la presencia de documentos árabes tanto en conventos y monasterios granadinos como en la misma universidad. En su interior existe una clara inclinación hacia el estudio como reflejan sus excelentes calificaciones en el colegio, en la universidad, donde termina Filosofía y Letras con calificación de premio extraordinario (1923) y finalmente en sus estudios en Madrid culminando el doctorado con un sobresaliente (1941), redactando su Tesis doctoral “Ibn Hazm al-Andalusi: libro del Naqt al-Arús”, traducción española con notas y estudios. Pero antes de llegar a esta fecha, Luis va a ser profesor en Granada (1926) donde se le nombrará “profesor especial del Instituto”, y sucesivamente en Morón de la Frontera, enviado en comisión de servicios, en Jaén y finalmente volviendo a Granada al estallar la guerra impartiendo clases en el recién inaugurado Instituto femenino Ángel Ganivet. Paralelamente a su trabajo de profesor, fue funcionario del ministerio de Trabajo llevando a cabo las mediaciones en los problemas laborales que podían surgir en lo que se denominaba “los jurados mixtos”. Al terminar la contienda se entera por el Boletín Oficial del Estado, que la Alta Comisaría de Marruecos solicita un profesor que supiera hablar árabe y que asesorara en materia de enseñanza marroquí al alto comisario, y sin pensárselo dos veces se traslada por un periodo de 2 años a Tetuán. Sin embargo, sabe que su futuro está en Granada y en 1941 al quedarse vacante la plaza de cátedra de árabe de la universidad de Granada, se lanza a por ella mediante el riguroso proceso de las oposiciones, y finalmente cumple con el sueño de volver a su ciudad natal, ocupando ese puesto junto con el de la dirección de Escuela de Estudios Árabes, hasta su jubilación en 1971.



A lo largo y a lo ancho de todos los días que llenaron estos 30 años frente a su cátedra, el incansable Luis trabaja en el gran desafío que constituye sacar del olvido documentos llenos de polvo y nunca estudiados que representaban la raíz para el profundo conocimiento de una cultura que llegó a su apogeo en Granada, para finalmente dejarnos lo que tituló Cristóbal Torres Delgado “El profesor Seco de Lucena y su huella en la historia medieval”. Basta con consultar su bibliografía (que he recogido en lucenacenseblogspot.com) para darse cuenta de la envergadura de su obra. Gracias a ella conocemos por ejemplo, con certeza, la fecha de la batalla del Salado (revista Al-Andalus); también, aporta informaciones nuevas sobre las expediciones del Condestable Luna y de Juan Castilla II (Revista del Instituto Egipcio de Estudios); levanta el telón que oscurecía la información corrompida por el paso de los años acerca del verdadero nombre de la madre de Boabdil (Abu Abdallah Muhammad); sobre la poesía del occidente europeo (Orígenes del orientalismo literario), y el estudio de tres romances fronterizos publicados en el Bulletin Hispanique des annales de la faculté des lettres de Bordeaux (1959); y, deshace errores transmitidos de generación en generación acerca de las actuaciones y manejos políticos en la corte de los sultanes (Los Abencerrajes. Leyenda e Historia); La variedad de los lugares en la que publicaba el resultado de sus trabajos da una clara visión del reconocimiento del que gozaba, pero lo que de manera contundente aclara el deseo que albergaba Luis de llevar sus conocimientos a las cuatro esquinas del mundo, son sus repetidas y sonadas conferencias en lugares tan diversos como: Canadá, Inglaterra, Italia, Alemania, Francia, Marruecos, Suiza, Egipcio, y Rusia a la que no pudo acudir por sentir en el tren que lo conducía hacia allá, los primeros síntomas del cáncer que se lo llevó. También por el mismo motivo acudió a multitudes de ciudades españolas: Madrid, Valencia, Córdoba, Sevilla, Málaga, y por supuesto Granada, etc…



Sus viajes por el territorio español no sólo son debidas a sus conferencias, sino que también a las sesiones Hispano Musulmanas de las que fue director y se organizaron sucesivamente en Madrid, Córboba, Sevilla, Toledo, Granada, Valencia y Murcia. 

Sin lugar a duda todas estas actividades contribuyeron a la difusión de sus estudios, a facilitar el encuentro y la puesta en común de los resultados de la investigación llevada a cabo por los historiadores que en aquella época se dedicaban al estudio del Islam. Y por esa preocupación para que no se quedara su propia investigación y las del grupo de amigos que le rodea en el olvido, sino más bien todo lo contrario, buscando la posibilidad de reunir y contagiar a otros en sus investigaciones, lo lleva a fundar con el catedrático de lengua hebrea de la UGR la revista científica titulada “Miscelánea de Estudios Arabes y Hebraicos” de la que fue también director.

Lo curioso de su perspicaz personalidad se observa también mediante la lectura de los artículos que él escribía al regreso de sus viajes en el extranjero, como en dos ocasiones, una durante su viaje a Colonia y otro durante su viaje a Nueva York. Relata a su vuelta (1953) de Alemania la emoción que le causa haber avistado los destrozos de las ciudades que hubo de atravesar en su periplo con el fin de asistir al Congreso Orientalista de Bonn, siendo el único español invitado por la Sociedad Alemana de Estudios Orientales. Esclarece no obstante, que aquellos destrozos se localizan en las grandes ciudades y no en los pequeños pueblos como Zons, “que pasaron al lado de la hecatombe”. ¡Sin embargo y lo que más admira del pueblo alemán, es como en aquella Alemania 10 años después del final del conflicto mundial, con las cicatrices y mutilaciones a simple vista, existen seminarios de Estudios Orientales en la mayoría de sus universidades! De su viaje a Estados Unidos nos cuenta, entre otras cosas, un detalle que ocurrió durante su larga travesía, la exposición de un español en pleno océano Atlántico. En efecto, embarcó junto al matrimonio Seco de Lucena (Luis y María) el pintor García Iranzo y de forma totalmente espontánea, se organiza la exposición de sus obras a bordo del transatlántico. Sin lugar a duda le hierve la sangre del periodista que fue su padre, y aprovecha la ocasión para escribir unos curiosos y simpáticos artículos. También aprovechó sus veraneos en el pueblo de Los Bérchules en las Alpujarras para por una parte alabar la variedad de sus paisajes, la frescura de sus riachuelos, que contrastan con las ariscas montañas alternándose uno con otro, y por otra parte, la excesiva falta de comunicación que le impide dar salida a sus productos.

De su participación en congresos nacionales e internacionales le llegarán números premios y condecoraciones españolas y extranjeras como la que le concede el gobierno de la RAU (Repúblicas Árabes Unidas): la placa de oro de primera clase de la orden del Nilo, una de las más altas condecoraciones egipcias. Recibe también el premio Luis Vives en 1958 por sus méritos como investigador. Y el mismo año, recibe la beca de la fundación March que le otorga una ayuda de 50.000 pesetas para su investigación sobre la civilización hispano musulmana del siglo XV. Pero también se le premiará por parte del ministerio de Educación Nacional con la Encomienda de número de la Orden de Alfonso X el Sabio en 1964.

Él tuvo la inmensa suerte de atravesar, saliendo ileso, una guerra civil que mermó la Granada intelectual de aquella época y es importante encajar su obra con las dificultades y las limitaciones y presiones propias del régimen político durante el que desarrolló su actividad profesional. Por supuesto marcaron los límites a su investigación, sobre todo en la forma de tratar los temas elegidos de entre el legado de su padre. Y es que, dedicará horas y horas a clasificar la abundante correspondencia de su padre para poder llevar a cabo estudios y publicaciones como el que dedicó a José Zorrilla, a Isaac Albéniz o a Angel Ganivet, este último siendo el más profuso por la cantidad de información que poseía ya que fue amigo íntimo de su tío Paco, hermano de su padre. Difundió la obra de Ganivet, procurando dar las informaciones más fieles posibles, a través de unas conferencias que dio en el territorio español. Pero ahí no se quedaron sus esfuerzos ya que traspasó nuestras fronteras, y en 1967, en Roma, en el instituto español de lengua y literatura organiza otra conferencia aprovechando el centenario de su nacimiento. Se quedará con las ganas de realizar un estudio sobre el poeta García Lorca ya que la coyuntura política seguía siendo desfavorable, y es curioso cómo le seguía preguntando a sus hijos mayores a la hora de la comida, como el que no quiere la cosa, si el profesor de literatura le había hablado de García Lorca mientras interrumpía la lectura diaria de las poesías del poeta que daban “música” al almuerzo.














Dedicaba Luis sus ratos libres a sus amigos, a su familia, a su esposa, y a la música. Disfrutaría mucho al aceptar la secretaría del patronato Cátedra Manuel de Falla de la Universidad de Granada que ofrecía concierto en el aula magna de la facultad de medicina a partir del mes de noviembre. No sólo intentaba traer a Granada grandes orquestas sino que también promovió las mejoras en cuanto a las instalaciones como por ejemplo la adquisición de un piano de cola. Paralelamente a aquella misión es designado en 1954 miembro del Comité del III festival de música y danza de Granada, pasando en 1962 a ocupar el cargo de comisario del festival hasta el año 1970. Destacan de estos años su figura como propulsor de estos festivales culminando en su último año con una programación de la que destaca la de Andrés Segovia en el mismísimo patio de los leones de la Alhambra. Pero también es menester comentar la presencia e incorporación en la programación anual de los coros de la provincia, como los niños cantores de Guadix, en colaboración con la Orquesta Nacional. Y por último, pero no menos importante, cabe nombrar aquello que en este año 2015 cumplió su 46 aniversario: los cursos Manuel de Falla, última aportación de Luis Seco de Lucena al festival. En 1970 se inauguran con 30 becarios, críticos musicales y profesores de música, con una duración de 10 días.

Y ya llegamos al final de esta corta biografía pero queda aún un punto indispensable por recalcar ya que le ocuparía mucha parte de su tiempo, y sobre todo lo hizo como deber de cualquier granadino que se ve afligido por el continuo destrozo de la armonía arquitectural de la ciudad. Publica en los cuadernos de Artes de la UGR, un estudio en el que describe aquellos monumentos que han ido desapareciendo a lo largo de los siglos, incluyendo los últimos baños árabes del estropeado barrio de los Alfareros, en 1968, conocido por El Realejo. Publicó más de 30 artículos en la prensa exhortando a que se aplicara la ley con el fin de proteger y evitar que se perdiera para siempre el encanto y la armonía del paisaje granadino, dedicando varios de ellos a la Vega. Publicó con la Caja de Ahorros en cuaderno alabando los famosos Cármenes granadinos cuya denominación es intrínseca a las casas de esta ciudad.

Y para terminar con una anécdota hemos de remontar a 1986 en clase de español en un instituto de París donde la que os habla se quedó muda al ver agitar el libro de su abuelo en la mano de su profesora de español, que nos anunciaba, que esa era por entonces la mejor guía para acudir de turismo a Granada. Una guía que fue traducida a 4 idiomas y con varias reediciones. A esta guía añadiremos los libros de La Alhambra y del Albaicín que tuvieron también una gran acogida.



Luis fue, como el recién fallecido y alumno suyo Emilio de Santiago, o como sus amigos Domingo Sánchez Puerta, Jesús Bermúdez, Alfonso Gámir,…, lo que se denomina un “auténtico anfitrión” para realizar una visita deliciosa por la Alhambra y el Generalife. Por ello fue propuesto por Manuel Gómez Moreno y Leopoldo Torres Balbás (con el que mantenía una intensa correspondencia sobre temas alhambreños después de que dejara el cargo de arquitecto del monumento) como académico correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid en 1959, (ya lo era de la de Bellas Artes de Granada desde 1951), cuando, para los granadinos, la Alhambra era nuestra segunda casa por la que paseábamos buscando duendes los fines de semana.




domingo, 29 de noviembre de 2015

LOS SECO DE LUCENA (2)

Un artículo de Helen Boland Seco de Lucena, descendiente familiar.

FRANCISCO SECO DE LUCENA

Francisco (Paco) Seco de Lucena nació en Puerto Real, provincia de Cádiz, a finales del año 1869. Cuando cumplió 7 años la familia entera, formada por los tres hermanos Luis, Paco, Ángeles y la madre, Doña Manuela (viuda de Manuel Seco Escalada), se trasladó a Granada. Francisco, por entonces Paquito, por las mañanas, al regazo de su madre, maestra, aprenderá los conocimientos necesarios que le llevarán a ingresar en el único instituto con que contaba Granada en esta época. 

En cambio sus tardes eran bien distintas, se reunía con Luis, 13 años mayor que él, en la redacción del periódico El Universal del que era director. Nos cuenta Francisco Gil Craviotto que entre los numerosos artículos de despedida publicados a Paco el día de su muerte destacan las palabras del periodista Juan Pedro Mesa de León : “¡Cuantas veces lo tuve sentado sobre mis rodillas en aquella inolvidable redacción de la calle Navas!”, dejándonos entrever con total claridad dónde y cómo a Paco, le acabaría picando a él también el gusanillo del periodismo. 

Sin embargo, si estos fueron sus primeros pasos, no cabe la menor duda de que fue en el periódico El Defensor de Granada donde Paco se embebería de la mismísima esencia del periodismo que le inculcaría Luis, su fundador. Y es que pronto iba a nacer un nuevo “concepto” del periodista que encabezaría Luis acompañado de su joven hermano, al acudir en persona al lugar exacto donde ocurría el acontecimiento, como ocurrió con los damnificados del terremoto que asoló numerosos pueblos de la provincia: subidos en lo alto de un burro llevaron a cuestas alimentos, medicinas y ropa de abrigo: había nacido el reportero. 

Aquella faceta de moderno periodista, que a pesar de las largas y penosas condiciones de aquella época para realizar viajes, dada las escasas infraestructuras, se traslada al lugar de los hechos, iba a ser clave para Paco.

Pero la mente de Paco alberga otras preocupaciones, como nos lo cuenta su amigo M. Martínez Barrionuevo al describir a un joven “con cerebro chispeante reventando de savia”, y al acabar sus estudios de enseñanza segundaria se matricula en la universidad de Granada con la firme intención de dedicarse a la abogacía. 

Destaca la facilidad con la que va a llevar a cabo ese nuevo reto en armonía con su labor periodística y de cómo poco a poco se va a ir introduciendo en la redacción de El Defensor sin dejar de desarrollar su carrera de abogado. Se le asigna la crónica taurina del periódico, tarea que llevará a cabo asistiendo en primera línea a cuantas novilladas y corridas fueran necesarias, ofreciendo al lector los momentos más emocionantes y alabando el nacimiento de nuevos talentos.

Más adelante, habiendo demostrado su talento y cumpliendo con sus obligaciones estudiantiles, es nombrado redactor corresponsal ofreciéndole las facilidades que necesitaba para poder compaginar ambas ocupaciones. En efecto, siguiendo la misma dinámica que ha llevado hasta ahora, se desplaza hasta el lugar de los acontecimientos, pero esta vez con el firme propósito de relatar los juicios más sonados del momento. Y ello hasta 1897 año en el que acabará su licenciatura y pasará a ejercer como abogado criminólogo, obligándole a dejar de lado este tipo de artículos.

Su talento como orador le llevará a representar a la prensa granadina en un meeting organizado a favor de la abolición del impuesto sobre el consumo en el que destacan sus palabras: “es un impuesto injusto por su desigualdad, por ser la contribución de la miseria al ser un impuesto que pesa sobre los artículos de primera necesidad”. 

O durante una conferencia titulada, “Arte y Ornato” leída en el liceo en la que explica que las obras artísticas “reflejan de manera clara el modo de ser presente y pasado” de los pueblos que las producen aludiendo a los cambios estéticos que acaecen en Granada (embovedado del Darro a su paso por la acera del casino). También avisa sobre las graves consecuencias de “vaciar los edificios del centro urbano de sus habitantes, levantando en las zonas periféricas nuevas construcciones y apartándolos del núcleo de vida que es el centro de la capital” (Gran Vía). 


Y finalmente perfila su discurso hallando soluciones como las que presenta en su sonada conferencia sobre el tema del regionalismo en la Cámara de Comercio. Las bases de su pensamiento regionalista radican en el paralelismo entre regionalismo y la lucha por el patrimonio. Está convencido de que cada pueblo, cada región debe guardar su identidad y que, componiendo “una fuerza política representativa de estos intereses” se generaría, grandes beneficios en vez de dejar que sea Madrid quien maneje y tome las decisiones. Opinión que comparte con su hermano, como lo relata el diario catalán Renaixensa en el que se describe una agradable tertulia de su colaborador en el Salón de El Defensor, donde se inició una conversación en torno a “un movimiento particular por Andalucía formando una región del sur este de España”.

Pero aquel don de elocuencia no iba a ser el único de Paco, pues sabe perfectamente plasmar en el papel cada palabra que sale de su boca. Por ello no nos debe extrañar ver nacer una entrañable amistad entre Ángel Ganivet y Paco, a pesar de tener entre ellos una diferencia de 5 años de edad (siendo Paco el menor), que congeniaron de manera casi inmediata en sus primeras clases en el instituto, todo ello basado en una admiración mutua. Su sensibilidad literaria no sólo se encontraría a sus anchas entre las amistades de su hermano mayor, sino que él mismo llegaría a formar parte del grupo de los selectos literatos y artistas que reunía la Granada de fin de siglo. 

Colabora con el erudito granadino Valladar en su revista “La Alhambra” escribiendo artículos literarios como “El Zambombero ambulante”, “El asalto de los Guajares”, o sobre costumbres granadinas: “El día de San Antón”. Y no olvidemos recalcar la presencia de su pluma en El Defensor bajo su nuevo seudónimo Don Pascual, con el que firmaría críticas teatrales a las que finalmente seguirían numerosos artículos de misma índole que los que iba publicando en La Alhambra.

Paco fue adquiriendo tal notoriedad que ocupó al igual que Luis, un sitio relevante en la sociedad granadina. Será nombrado socio honorario de El liceo, socio corresponsal de la Real Sociedad cordobesa de los Amigos del País, y, de la Sociedad de El Fomento de las artes.

Gran amigo de sus amigos se lanza en la escritura de dos prólogos:

El primero, el que le confía Afán de Ribera para su libro “Entre Beiro y Dauro” en el que cuenta cómo el autor ha conseguido mantener un núcleo de literatos a su alrededor a modo de la antigua cuerda granadina en la que tuvo parte, formando “un refugio de la musa granadina” que se quedó huérfana al irse los componentes de su cuerda a buscar el éxito a Madrid. 

Paco explica de forma admirable cómo Afán de Ribera se mantuvo fiel a Granada careciendo de ambición madrileña en “esta Granada tan original y poética, que va desapareciendo empujada por las brutales exigencias de lo que hemos dado en llamar progreso, de esta granada que habría de quedar entre las sombras del tiempo para los granadinos del porvenir, sin la meritísima labor de nuestro insigne y genial poeta”. 

El segundo, a título póstumo, de “El escultor de su alma” de Ángel Ganivet, será desgraciadamente el último trabajo de Paco. Nos cuenta como en las cortas estancias veraniegas de Ángel, puesto que ya no vivía en Granada, se organizaban tertulias en el Centro Artístico o en el Salón de El Defensor en cuyos encuentros los entonces amigos que formaban la Cofradía del Avellano se nutrían de sus palabras como agua de mayo. Nos envuelve en ese ambiente y nos hace entender el desarrollo filosófico del pensamiento de Ganivet hasta situar al hombre dentro de su obra. Realiza un estudio profundo hilando su vida a su obra y de cómo a través de su estancia en el extranjero analiza con claridad, la situación de España y concretamente de Granada dentro de la nación. Concluye con estas palabras “estudió para su patria y para el honor de su patria como obrero incansable”.



Con toda probabilidad a Paco le anima las palabras que le escribe su amigo Ángel Ganivet en una de las cartas que publicó Luis Seco de Lucena Paredes en su trabajo titulado Juicio de Ángel Ganivet sobre su obra literaria en la que dice “Paco tu sabes que yo no te aconsejo que seas abogado, porque me gustaría que te dedicaras a cosas más altas”. Tal y como lo demuestra su última faceta que no llegó a desarrollar, la de político, sorprendiéndole la muerte, vistiendo una espantosa enfermedad que lo mataría después de una penosa agonía. 

En el artículo en el que juzga el prólogo del libro titulado El Instituto del trabajo, escrito por José Canalejas, se dibuja la lenta maduración de su pensamiento político, del que destacan estas palabras: “el ansia vehementísima de mejoramiento de los obreros”, y este análisis: por una parte las reivindicaciones del proletariado (separada en dos troncos: socialismo y anarquismo) y por otra parte, el campo de las ideas (intervencionismo y abstencionismo laisser faire laisser passer). 

Desgraciadamente en octubre de 1904, Paco nos deja a la edad de 34 años. Luis se queda sin su hermano pequeño y sin la voz de su periódico. Dijo Paco hablando de su amigo Ángel Ganivet: “Surgió en nuestra capital una especie de renacimiento que murió en flor”, palabras que encuentran reflejo también en él.


Helene Boland Seco de Lucena

martes, 24 de noviembre de 2015

LOS SECO DE LUCENA (1)

Un artículo de Helen Boland Seco de Lucena, descendiente familiar.


LUIS SECO DE LUCENA ESCALADA – Periodista y escritor

Luis Seco de Lucena Escalada no era granadino de nacimiento, nació en Tarifa y llegó a Granada allá por el año 1877, tenía entonces 20 años. Ilustre desconocido, pues contaba con un par de contactos, le precedía al menos una reputación de periodista forjada en el diario El Universal de Sevilla del cual fue director interino, pero lo que destacaba sobre todo de aquel joven era su “don de gentes”. Gaditano, empezaba sus frases a menudo por un simpático “ustedes vosotros” que destacaba en aquella Granada cerrada, atrapada en el tiempo y alejada de la capital tanto por situación geográfica como por la falta absoluta de una red de transporte por entonces balbuciente. Pasó sus tres primeros años en Granada estudiando, en la facultad de filosofía y letras, queriendo dedicar la mayor parte de su tiempo a sacarse esta carrera que terminó con éxito en 1878 con la calificación de sobresaliente y premio extraordinario. Paralelamente, recuperó la senda que había seguido hasta entonces aceptando dirigir las hojas de los lunes de La Lealtad fundando poco más tarde asociándose con Francisco Reyes, el Universal. 

Pero a Luis le encanta la literatura, la poesía, la pintura, el dibujo, y sus ojos se embelesan con cada rincón de la ciudad, se pasea cuesta arriba, cuesta abajo, y finalmente se pierde en la Alhambra. En sus ratos libres, se embebe de la grandeza y de las bellezas de Granada, y decide divulgar sus secretos, que para él residen tanto en sus monumentos como en su gente. Por ello, afligido por el abandono que sufren los palacios nazaríes, decide publicar en 1878 “Poesías y pensamientos del álbum de la Alhambra” en la que recopila unos cuantos de los cuantiosos versos que dejaron plasmado los visitantes. En el prólogo, escrito por él, describe su situación: “hoy por todas partes es desolación y ruina. La yedra y las enredaderas silvestres brotan en los quebrados torreones….” 



Durante los dos años que estuvo a la cabeza de El Universal, Luis se dedica a denunciar los problemas sobre salubridad pública haciendo hincapié por ejemplo en la necesidad de alejar del centro aquellos negocios como las fábricas de cola, que se obtenía a través de los pellejos de animales, o la libre circulación de los cerdos por la capital. Todo aquello pone al diario en una situación incómoda ante el ayuntamiento y finalmente Luis decide abandonarlo por lo que considera “diferencias de apreciaciones de puntos fundamentales” con su otro socio.

De esta experiencia Luis sale fortalecido en su convencimiento de que es necesario para Granada, resolver con la ayuda de un periódico independiente, todos los temas pendientes y que le impiden renovarse. Pero lo que no podía imaginarse, es que pronto se cruzaría en el camino del rico industrial José Genaro Villanova que, después de una larga y amistosa conversación, decidiría unirse al proyecto de Luis ofreciéndole financiación ilimitada con la única condición de que ese nuevo diario se llamara El Defensor de Granada.

En octubre de 1880 sale a la calle El Defensor periódico que iba a revolucionar no sólo la forma de practicar el periodismo, yendo allá donde se encontraba la noticia, sino que también impondría un ritmo nuevo en la difusión de las noticias con la incorporación del telégrafo a la redacción. Describe el periodista Juan Enrique Gómez a Luis como a “un hombre al que se podía acudir en cualquier momento….un hombre para quien la libertad de expresión, de información se alzaba por encima de ideas políticas y convencionalismos”.

No tardó Luis en hacerse con el corazón de los granadinos: en 1885, se redacta un documento solicitando que se le declarara hijo adoptivo de la ciudad…aunque hubo que esperar hasta 1892. Aquello lo conmovió y tal vez no fuera sólo coincidencia que el mismo año Luis pensó que había llegado el momento para El Defensor, de ocupar un lugar estratégico ubicando sus nuevas oficinas en la céntrica calle de Reyes Católicos, justo al lado del ayuntamiento. 

Para convencerse de la importancia que alcanzó El Defensor basta con conectarse a la hemeroteca del museo de la Casa de los Tiros y ojear sus páginas. Durante años denunció a través de las páginas de su periódico, el exceso de pobreza, la falta de oportunidades, la somnolencia y anemia económica de Granada, evitando la discordia ante todo aquello que consideraba que pudiera atraer mejoras para el conjunto de la población. Sin dudar en usar siempre y cuando fuera necesario para ayudar a quien se dirigiera a él, tanto por falta de trabajo o determinados objetivos laborales, económicos, sociales o artísticos, toma las riendas de un nuevo caballo de batalla que transformaría su vida y le dará la satisfacción de contribuir en el mantenimiento y promoción del patrimonio artístico de Granada. Nosotros destacaremos los puntos siguientes:

- En sus primeros 6 meses de vida El Defensor sufre 4 denuncias que le obligan incluso a suspender su publicación varios días.

- Se posiciona incansablemente a favor de la clase obrera (será socio protector de la Sociedad centro unión obrera española) y reiteradamente denuncia los estragos del caciquismo en la provincia.

- Aumenta paulatinamente la presencia de colaboradores en el conjunto del territorio español e incluso en el extranjero. Se posiciona como referente económico y cultural insertando artículos y revistas científicas, poéticas, agrícolas, comerciales, literarias, etc… 

- Sobresale su campaña a favor de los terribles terremotos que sufrió Granada y su provincia en 1884, extrapolando esta desdicha y buscando implicación de toda España.


- El aviso que lanzó al ayuntamiento y a la población para intentar evitar los estragos de la epidemia de cólera que finalmente se cebaría también con Granada. 

- Su labor diplomática en varias ocasiones siendo interlocutor en nombre de grupos de obreros o labradores, como en Motril en el conflicto de la caña de azúcar, o en Chauchina en el conflicto entre el duque de Wellington y los labradores de la comarca, o en las Alpujarras denunciando los terribles abusos cometidos por la agencia tributaria, o bien en Madrid participando a las diversas comisiones formadas por el ayuntamiento en defensa de Granada como ciudad cultural y participando a las negociaciones en busca de cultivos alternativos como el cultivo del tabaco.

- Criticaba públicamente, hasta provocar situaciones límites, la indiferencia y falta de actuación de los diputados a Cortes por la provincia de Granada.

- Actuando como enlace diario en los acontecimientos de la guerra de Cuba llegando a ofrecer a sus lectores hasta 3 hojas de suplemento diario.

- Creando un Salón de Bellas Artes en la primera planta de las instalaciones del periódico en el que se proponía ofrecer lugar para la divulgación de sus obras a los artistas granadinos (allí un sin fín de artistas como Larrocha, López Mezquita, Muñoz Lucena, Ruiz de Almodóvar, Rusiñol, Morcillo, Paquita Raya, etc…), convirtiéndose también en lugar de conciertos, con el habituado pianista Vidal y tertulias donde se reunían también los amigos de La Cofradía del Avellano .

- Pidiendo reiteradamente a través de multitud de artículos (fueron 41 a favor del ferrocarril a lo largo de los años 1882-83) las mejoras en las infraestructuras en los ferrocarriles o para el puerto de Motril.

Continuó esta infatigable dinámica hasta final del año 1907 año en el que vendió su diario a la Editorial madrileña encabezada por su amigo Miguel Moya. En el acuerdo destaca el puesto de director que de por vida se le concede, cargo que va a ocupar hasta su definitiva y contundente partida en 1915. Ya en 1910 se plantea dejar El Defensor, confiesa a sus amigos en sus cartas que no soportaba la dirección con cariz político y las decisiones a ciegas y tiránicas que se le imponen desde la Editorial. Las ventas bajan y la presión de la opinión pública granadina provoca serias dudas con la nueva forma de gestión que califica Luis de partidista y que le lleva a confiarle con gran tristeza a su amigo el marqués de Pórtago que el Defensor “ya no es lo que era” y que anda buscando otro sustento. 

No por dejar la dirección de EL Defensor Luis guarda su pluma. En los años que siguen a su dimisión, acepta corresponsalías en El Día, en La Nación y en España Nueva, que buscan en él su imparcialidad y su talento. Sigue incansablemente promocionando las fiestas del Corpus, editando el Programa Guía, tarea que se había impuesto desde 1901. En ella ofrece no solo el programa oficial de los festejos, sino que también recoge una amplia propaganda de Granada con artículos dedicados a las líneas de tranvía, tradiciones granadinas, itinerarios, páginas literarias en la que reproduce textos de Ganivet, García Lorca…Siguió editándolo hasta 1941. 

Sigue durante varios años al frente, como Presidente, de la asociación de la prensa de Granada que fundó en 1912. Pero lo que de verdad va a llenar las horas vacías que ocupaban su antigua labor, va a ser el reencuentro definitivo con lo que tantos años atrás le hizo decidirse a elegir como morada a Granada, su belleza. 

En 1919, es nombrado “Jefe de los Trabajos de Vulgarización de la Alhambra” puesto que ocuparía hasta su muerte en 1941. Libros, decenas de artículos, acompañamientos en visitas, cuadernillos traducidos a varios idiomas, abundante correspondencia, son la prueba de su incansable y arduo papel en este asunto. Sus campañas tienen eco en la prensa nacional como en el afamado diario ABC de su amigo de infancia Torcuato Luca de Tena que le ofrece ser su corresponsal en Granada, pero también traspasa las fronteras hasta Tetuán, Londres, Italia, Buenos Aires, Nueva York en colaboración con revistas y diarios tan prestigiosos como el Daily Graphic o La Prensa. Poco a poco llegó a ser para todo aquel que acudía a visitar la Alhambra la persona imprescindible recibiendo en sus muros y a menudo en su casa, a artistas, escritores, políticos y jefes de estado. 

En 1920, es nombrado “Correspondiente de la Real Academia de Bellas Ares de San Fernando” y en 1924 Delegado Regio de Bellas Artes de la provincia de Granada. En esta ocasión dispone de un enlace directo con el que fue ministro de instrucción pública y de bellas artes, Alfonso Pérez Nieva con el que mantenía una antigua relación amistosa basada en su calidad de literato. Lleno de ilusión toma las riendas de este nuevo desafío encargándose de resolver una serie de problemas que amenazan al patrimonio de la ciudad. Sin medir las consecuencias, levanta la liebre sobre un proyecto que contempla la destrucción del Corral del carbón y el levantamiento en su lugar de un bloque de 6 pisos. Recibe advertencias de un amigo que le aconseja evitar toda clase de publicidad en este asunto porque le podría ser perjudicial. Pero decide desoír tal consejo y sin perder tiempo se pone en contacto con los ayuntamientos de Nuremberg, Brujas, Toledo, Segovia con el fin de solicitarles las ordenanzas municipales que rigen en aquellos municipios con respecto a todo lo que trata la protección de los monumentos artísticos. Con esta información en sus manos pide que se proteja de la destrucción dicha propiedad privada argumentando la necesidad de que se le declare monumento artístico de interés. En esta época, Granada está rebosante aun de casas moriscas en manos de intereses particulares que las desmiembran vendiendo en alto precio sus tesoros. Aún entendiendo que cada cual pueda hacer lo que quiera con lo que le pertenece, Luis propugna por una regulación que determine el marco de explotación y que impusiera, por ejemplo, que se quedaran al menos en territorio español los elementos representativos del arte, en este caso morisco. El 5 de junio de 1925, se publica la R.O. sobre la conservación de monumentos artísticos de propiedad particular que va a regular la situación con el Corral del carbón. 


Conocedor del poder de la prensa escribe varios artículos unos denunciando el estado lamentable en el que se encuentra el Patio del Harem y la Galería de Machuca, otros sobre las obras de consolidación que deben de ser una prioridad para hacer frente al deterioro de El Bañuelo.

Sus artículos llegan a tener repercusión internacional. Así, La Publicidad difunde la siguiente noticia “Granada en el extranjero”. El diario Le Parisien se hace eco de la situación en nuestra tierra ofreciendo un paralelismo entre Saint Germain de l’Auxerrois y el artículo publicado por Luis titulado “La piqueta demoledora”.

Pero lo que guardará Luis de aquellas gestiones será la satisfacción, como siempre, de tener el reconocimiento de los granadinos a su labor, esta vez concretado en la merienda organizada por los vecinos del barrio de San Gil y San Pedro en homenaje a su labor de protección de Granada artística.

Nos dejará antes de marcharse un libro en el que agrupará todos sus estudios sobre el conjunto nazarí titulado “La Alhambra como fue y como es”. Pero también editará y escribirá la “Guía breve de Granada” que conseguirá traducir para el viajero inglés, y posteriormente una “Guía de Granada” en varios ediciones unas de bolsillo y otras más lujosas.


Murió en diciembre de 1941, después de llorar el asesinato de su amigo y ultimo director de El Defensor, Constantino Ruiz Carnero, y oír los gritos y susurros de los que presenciaron el incendio voluntario del que fue su periódico. 


Helen Boland Seco de Lucena

jueves, 19 de noviembre de 2015

LIBROS QUE CURAN

Artículo de Carlos Martínez Carrasco, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Granada y del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas.

A veces, cuando el ruido ambiente se hace insoportable, es conveniente retirarse del mundo. Lo que ya es menos acertado es hacerlo en completa soledad. Y el mejor compañero para esa espantada siempre es un libro, pero no uno cualquiera. Debe ser uno con vocación de botiquín; de esos libros escritos por alguien lúcido, inteligente. Uno de esos libros que ponen el dedo en la llaga y echan sal sobre la herida. Alguien podrá pensar que tengo inclinación masoquista y que para esos menesteres lo mejor es meter en la maleta 50 sombras de Grey o alguno de sus epígonos. Pero, por si no se habían dado cuenta, pongamos que hablo de libros; de libros de verdad.

Tengo que reconocer que últimamente leo poca literatura actual y que probablemente me estaré perdiendo estupendas historias. También que suelo leer más ensayo que novela y no sé si con esta confesión a más de uno le acabaré pareciendo un snob pedante, pero eso son gajes del oficio de darle a la tecla. No siempre se puede causar buena impresión. En medio del vocerío reinante hoy día, en el que todo el mundo hace un uso torticero de la Historia y la memoria, se echan en falta algunas voces serenas que pongan un poco de orden en el desconcierto. Obviamente existen, pero no tienen el mismo predicamento que el exabrupto y el eructo ideológico. Supongo que por pereza intelectual de los oyentes, a los que es más cómodo digerir el mensaje preparado que pensar por su cuenta. Una desidia que ya está presente en las aulas universitarias.


En mi última huida, mis compañeros de fuga fueron el inefable Juan Marsé y Manuel Chaves Nogales, que fueron a unirse a uno de mis clásicos personales, Ramón J. Sender. Tengomis manías, aunque no sean las únicas. A veces me acompañan Conrad, Tolstoi, Benedetti o Borges o tipos duros, como Hemingway, Hammett o Chandler, con los que poder hablar acodados en la barra de un bar, sorbiendo cada una de sus palabras con toda la humildad que debe tener cualquier aprendiz.

Son tres escritores –Marsé, Nogales y Sender– a los que reivindicar, simplemente por su magisterio. Sus libros describen a la perfección quiénes fuimos no hace mucho tiempo, con una prosa dura, sin temor a resultar desagradable, quizás por su voluntad de remover conciencias. Nos ponen delante de un espejo y, para muchos, el reflejo que éste nos devuelve no es demasiado agradable. Pero ayudan a mirar nuestro presente con otra mirada. A enfrentarlo con las armas adecuadas, libres de prejuicios.

A sangre y fuego (Nogales), Réquiem por un campesino español (Sender) y Si te dicen que caí (Marsé) son tres lecturas necesarias, útiles para entender nuestro pasado más reciente. Cualquier lector inteligente, culto, que se acerque a estas obras sería capaz, por sí solo, de extraer toda una serie de conclusiones acerca de los últimos ochenta años de la Historia de nuestro país, sin la necesidad de ningún guía espiritual sea del signo que sea. Obviamente, se trata de una «selección» personal que me permito desde mi posición más o menos formada de historiador –que algo contará–. Cualquiera podrá argumentar a favor o en contra, añadir sus propias valoraciones…

Por eso, me toca poner encima de la mesa «mis» argumentos. Y supongo que comenzaré por esa pequeña joya literaria que es Réquiem…, que en el centenar de páginas en su edición de bolsillo, describe las condiciones de vida de los campesinos españoles –aragoneses en este caso– durante los años de la República y el comienzo de la Guerra Civil. Sender lo hace sin alharacas ideológicas, contando lo que él conoció. Uno de los pasajes más duros de la novela, es el que describe la visita del protagonista siendo un niño, a las cuevas donde vivían los más pobres. Iba con el cura a dar la extremaunción a un hombre y lo que encuentra allí era extrapolable a otros muchos rincones de este país a comienzos del siglo xx y duró hasta hace relativamente poco. Una visión que lleva al protagonista a una pregunta simple, pero a la vez difícil de responder: ¿POR QUÉ? La misma que se repetirá cuando estalle la violencia en aquel verano del 36.

Sobre el verano de aquel año, dejó caer su mirada Chaves Nogales, un descubrimiento reciente, aunque había muchos que venían reivindicándolo. Este periodista es el tipo que no se casa con nadie, el que no tuvo empacho en escribir que la única causa que nadie defendió fue la de la LIBERTAD. A fin de cuentas, un testigo incómodo para los radicales de ambos lados, cuyo único compromiso era el de los valores netamente republicanos. Por eso, la serie de relatos que recoge ese libro, trata de reflejar los sufrimientos de la población civil. De poner negro sobre blanco la existencia de algunos «hombres buenos» que se pusieron en pie frente a la sinrazón desatada. Quizás por esa voluntad tuvo que marcharse al exilio, porque ganara quien ganara, la única vencida sería la RAZÓN.

Marsé es quien pone el acento en la corrupción de la dictadura, el que navega entre el fango moral que dejó la guerra y la represión. Tal vez sea Si te dicen… la novela que retrate con mayor crudeza la vida durante la primera posguerra. El ambiente de delación, cómo una vez perdida la dignidad humana, arrebatada por la brutalidad, cualquier cosa es válida para sobrevivir. Aquí no hay héroes.

Y dicho esto, sólo queda una última cuestión, invitarles a que LEAN.

viernes, 13 de noviembre de 2015

V JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

El pasado sábado y domingo, días 7 y 8 de noviembre de 2015 se celebraron las quintas Jornadas de Novela Histórica en nuestra ciudad, Granada. Cada seis meses, nuestra asociación que tiene tres socios fundadores (Blas Malo, presidente; Mario Villén, secretario y Carolina Molina, vicepresidenta) promueve unas jornadas sobre novela histórica que se celebran en la Biblioteca de Andalucía. Cada una de ellas ha tenido un importante respaldo por parte del público, observándose para nuestro agrado que los asistentes pertenecen a todas las clases y ámbitos sociales, los hay jóvenes y los hay maduros, expertos y principiantes en la materia pero todos con gran interés por conocer a los escritores de cerca y aprender la historia de su ciudad.


Esto, precisamente, era la prioridad de nuestras jornadas, convocar a los lectores para que tuvieran ese contacto tan necesario con los autores de los libros que se publican y al tiempo divulgar la historia de Granada de forma didáctica.

En la sesión de la mañana del sábado, junto a Teo Palacios, y por medio de un entretenido reportaje audiovisual viajamos a la España del siglo XVII. Era la forma de adentrarnos en su última novela, El trono de barro, publicada por Edhasa y que cuenta la historia de uno de los sujetos más polémicos de su tiempo, el duque de Lerma. Este hombre, ambicioso por demás, consiguió convertirse en caballerizo mayor del joven príncipe Felipe que reinaría más tarde como Felipe III y gracias al cual se convertiría en su valido, persona de su confianza, que reinaría más que él. Gracias a sus intrigas y sus tácticas corruptas consiguió amasar gran fortuna y poder, lo que aún se detecta en la villa burgalesa de Lerma con su magnífica plaza Mayor (cuya extensión es superior a la de Salamanca).



Teo Palacios, que gana con la cercanía, sabe ganarse al público y eligió muy acertadamente cada uno de los puntos históricos que fue desentrañando y que ambientan su novela. Confesó que El trono de barro tuvo un proceso laborioso, con varias modificaciones que convirtieron un texto inicial más acercado a la historia para finalmente convertirse en histórico. Una vez más se pone de manifiesto el arduo trabajo que precede a una obra literaria, condicionantes que nunca son triviales dada la extensión de las novelas que últimamente se publican.

La trama, trascendiendo el propio género histórico, nos permite reflexionar sobre lo que hemos sido y lo que somos; más aún, sobre lo que nos dejan ser los que nos gobiernan con sus corruptelas y nepotismo.



Parece que a Teo Palacios le ha dado mucho de sí este último año pues además de tener nueva novela en el mercado nos presentó otro de sus muchos trabajos literarios, la antología Retales del Pasado de la que fue el inspirador y coordinó junto a Sebastián Roa con ayuda incondicional de algunos escritores participantes. 

Retales del Pasado, editada por la madrileña Ediciones Pamies cuyo editor es Carlos Alonso, ha demostrado que diecinueve autores pueden unirse bajo un fin común, que es el de protestar por la destrucción de nuestro patrimonio histórico a través de la cesión gratuita de un cuento. Los derechos de su esfuerzo intelectual irán destinados a una institución de reconocido mérito cultural, la Biblioteca Viva de al-Andalus ubicada en Córdoba y que vela por la interculturalidad a través de sus propias actividades culturales, incluida la de la promoción y recuperación del patrimonio.

Diecinueve son los autores participantes en esta antología: Javier Negrete, Teo Palacios, Carlos Auresanz, Miguel Aceytuno Comas, Nerea Riesco, Carolina Molina, Ricard Ibáñez Ortí, María Pilar Queralt del Hierro, Javier Pellicer, Concepción Perea, Sebastián Roa, Magdalena Lasala, José de Cora Paradela, Francisco Narla, Manuel Sánchez-Sevilla, Mado Martínez, Carla Montero, Olalla García y Ramón Muñoz.

Algunos de ellos fueron invitados a estas jornadas o presentaron sus libros en las actividades promovidas por la Asociación Jornadas de Novela Histórica de Granada como es el caso del citado Palacios, Sebastián Roa, Francisco Narla, Manuel Sánchez-Sevilla, María Pilar Queralt del Hierro y Nerea Riesco. Igualmente participa Carolina Molina, vicepresidenta de nuestra asociación y coordinadora de las jornadas.



El sábado por la tarde volvimos a dedicar espacio al proyecto "La novela histórica como recurso didáctico". El pasado año, el profesor de la Universidad de Granada, Andrés Palma nos convenció de la importancia de adquirir hábitos de lectura entre sus alumnos y de estudiar historia a través de textos literarios. Nuestra asociación se unió a esta iniciativa y va a colaborar directamente en este presente curso, al igual que otros autores que también participaron en las V Jornadas, siendo el caso de Herminia Luque el más destacado por ser ponente y profesora.

Herminia Luque abrió la tarde con su habitual desenvoltura presentándonos a María de Zayas y Ana Caro de Mallén, dos escritoras sorprendentes que acapararon miradas de envidia y de desprecio en la sociedad del s. XVII. Ambas son los personajes centrales de su novela Amar tanta belleza ganadora del premio Málaga de novela 2015 y que edita la Fundación José Manuel Lara. Este premio ha representado un impulso importante para esta escritora granadina y afincada en Málaga que ya tiene en su haber libros de diferentes géneros. Como ponente estuvo en nuestras II jornadas con su novela El códice purpúreo y ya nos enamoró con su don de gentes y su gran dominio del lenguaje.



Como colaboradora en el proyecto La novela histórica como recurso didáctico representó un amable prólogo a lo que siguió después, la intervención de Andrés Palma desvelando sus técnicas docentes usando la novela histórica como vehículo y las opiniones de varios alumnos que disfrutaron de ser los pioneros y que hoy se alegran de haberlo sido.

Según nos contaba Andrés Palma su iniciativa, nos convencíamos más de que la novela histórica tiene mil vertientes que hay que explorar. Nos hemos pasado años desprestigiándola o justificándola sin que realmente hayamos encontrado la realidad que le es propia, el de ser un género más (ni mejor ni peor) que cualquier otro y que de acuerdo a su propia naturaleza (mixtura entre literatura e historia) puede ir más allá de su propio género.

La novela histórica es, por encima de todo, equilibrio y es en esa justa medida, entre ficción y verdad, donde está su auténtico valor como obra creativa.

Esa misma noche, Santiago Castellanos, profesor de Historia Antigua de la Universidad de León nos confesaba las reticencias de los propios docentes a leer novela histórica por considerarla una amenaza. No hay razón. Todos los que nos dedicamos a este género somos conscientes de que escribimos solo y exclusivamente novela y es gracias a los historiadores que podemos desarrollar nuestra vocación sin contaminar las fuentes de las que bebemos.

A este respecto hay que felicitar a Sara Esturillo que con su tesis Lo que podría haber sido y lo que fue: respuestas a las problemáticas de la novela histórica en la actualidad hace mención a este carácter híbrido de la novela histórica, analizando los textos clásicos y avanzando hasta la actualidad. 



Castellanos, excepción (por lo que parece) entre el profesorado universitario, nos dio una magistral exposición con la presentación de su libro Barbarus (editado por Ediciones B). Fue breve y conciso dándonos las pistas históricas que deberemos desvelar al tiempo que leemos su novela, una mirada a dos pueblos enfrentados (romanos y godos) pero que también se complementaron dejándonos un legado que permanece hasta nuestros días.


Las V jornadas tuvieron, como era nuestro compromiso, una mirada hacia Granada y su historia. Adolfo Liñán, Dídimo Ferrer en Facebook, nos ilustró (y nunca mejor dicho) con una interesante colección de grabados y fotos antiguas sobre la plaza de Bib-Rambla.

Nadie ignora más de su ciudad que el propio ciudadano, confiado de que la recorre diariamente descuida su interés por conocerla. Y es un error porque todas las ciudades tienen vida, quizás miles de vidas, que han de descubrirse.

Adolfo Liñán nos deleitó con su esmerada recopilación de imágenes y nos hizo retrotraernos a la otros momentos de la historia de Granada, nos recordó que los granadinos desean saber de su tierra, la quieren y a ellos nos debemos.

Ahora, una vez terminadas estas V Jornadas queda reflexionar y tomar fuerzas para las siguientes, que serán, como viene siendo habitual a mediados de marzo próximo. Traerán nuevas e interesantes miradas hacia el pasado sin olvidar el presente.



Nuestro agradecimiento a la Biblioteca de Andalucía, a Javier Álvarez y Rosario Corral, igual que a su personal, siempre fiel a facilitarnos la labor. También nuestros agradecimientos al Grupo Bib-Rambla y a la Librería Babel, nuestros patrocinadores, además de las editoriales participantes (Editorial Áltera, Ediciones B, Edhasa, Pamiés y JM Lara/Grupo Planeta)

Y, por supuesto, nuestro agradecimiento a Noelia Ibáñez, asistente de coordinación, que estuvo atenta a todos los detalles de estas V Jornadas










miércoles, 4 de noviembre de 2015

RETALES DEL PASADO

Esta es una antología que nace con espíritu solidario. Diecinueve relatos históricos que abarcan diversos momentos y lugares. Diecinueve autores que pretenden poner su granito de arena; paliar, aunque solo sea un poco, el abandono institucional que sufre la cultura española. Un recorrido de miles de años de la mano de novelistas con reconocida trayectoria en el género, que unen fuerzas e ilusión en un proyecto cuyos derechos de autor irán a parar a la Biblioteca Viva de al-Ándalus, entidad dedicada al cuidado y proyección de nuestro patrimonio.



Pedazos de historia y de ficción que, unidos en el presente, conforman un telar multicolor en el que rigor y dramatismo se combinan para recordarnos lo que fuimos. Lo que somos. Lo que podemos ser. Líderes imbatidos que pretenden domar la naturaleza, marinos mercantes en tiempos de guerra, frailes rebeldes que buscan la luz en la oscuridad, caudillos íberos en lucha contra el invasor, víctimas del terror revolucionario, usureros medievales que encuentran la horma de su zapato, archiveros al rescate del pasado, genios renacentistas, aristócratas persas, pilotos de caza, califas cordobeses, titanes asiáticos, judíos sevillanos, poetisas de Lesbos, princesas egipcias, esclavas capaces de atemorizar a los poderosos, damas que luchan por el voto femenino, que conquistan territorios exóticos o se alzan contra los viejos cánones.





Enlace a la entrevista concedida por Teo Palacios en relación a Retales del Pasado: 

viernes, 30 de octubre de 2015

TEO PALACIOS NOS RESEÑA SU NOVELA "EL TRONO DE BARRO"

1) Tu nueva novela se titula El trono de barro, ambientada en la vida del duque de Lerma, personaje ambicioso que tuvo mucha influencia en el reinado de Felipe III y que terminó siendo su valido. Centrémonos en el título antes de pasar al contenido: “¿Crees que el duque tuvo un “trono de barro”? ¿Que su poder no fue tan grande como nos han hecho creer?

El poder del Duque de Lerma fue inmenso. Comparable al del propio Felipe III. De hecho, el rey envió en varias ocasiones órdenes a los diferentes Consejos indicando que debían tratar los documentos firmados por el Duque, o sus indicaciones, como si vinieran del propio rey. El Duque de Lerma era, probablemente, el hombre más poderoso de la Tierra.

Pero su situación fue inestable muy pronto. Logró hacerse con numerosos enemigos, algunos de ellos tan poderosos como la mismísima reina Margarita, quien formó un partido que no se detuvo hasta que logró hacerlo caer. Sin duda se sentó sobre un trono de barro.

2) Francisco de Sandoval es el prototipo de hombre ambicioso y corrompido. ¿Qué fue lo más deplorable que realizó siendo primer ministro del rey Felipe III?

Lo peor que hizo fue sin duda enriquecerse a costa de todo y de todos. Fue el “inventor” del pelotazo urbanístico cuando adquirió terrenos y palacios en una Valladolid depauperada para, a continuación, trasladar la Corte a la ciudad del Pisuerga y vender sus posesiones a precio de oro. Su privanza está recordada como una de las épocas más corruptas de nuestra Historia. Los ministros, los secretarios… Todo el que se convertía en satélite del Duque terminaba enriquecido. Hace unos días, un programa de La Ser lo comparaba con Rodrigo Rato… Yo creo que Rato se queda corto, muy corto, a su lado.

Y no le tembló el pulso cuando tuvo que elegir entre sus amigos o su posición. La ambición y la sed de poder de Francisco de Sandoval no tenían límites. 

3) Suponemos que además de esas maldades tendría alguna virtud. Veamos su lado más positivo y preséntanos su lado humano.

Sin duda tuvo algunas luces. Por ejemplo, logró que se firmara la paz con Francia, Inglaterra y los Países Bajos, aun cuando casi todo el mundo estaba en contra de esa política pacifista. Y era algo realmente necesario, porque las guerras continuas estaban esquilmando las arcas españolas.

Otro aspecto importante es que se opuso cuanto pudo a la expulsión de los moriscos. Opinaba, con gran acierto, que eran la mano de obra básica de los reinos que gobernaba Felipe III y no se podía prescindir de ellos. De hecho, cuando se les expulsó de Valencia se necesitaron casi cien años para que se recuperara el nivel poblacional en aquella zona.

Y por otro lado su vida familiar fue muy triste. Se casó por motivos económicos con Catalina de la Cerda, con la que tuvo varios hijos. El mayor de ellos, Cristóbal, fue un quebradero de cabeza permanente para Francisco de Sandoval; al punto de que fue uno de los causantes de su caída. Y eso a pesar de que el Duque, que encontró el amor en la Condesa de Valencia algún tiempo después de enviudar, no llegó a casarse con ella para no desairar a su primogénito.

Si es cierto el dicho de que los poderosos están solos, en el caso de Francisco de Sandoval esa sentencia obtiene todo su significado.


4) Teo, te hemos seguido a lo largo de varios años con tus novelas que han recreado la antigua Grecia y al-Andalus. Ahora das un gran salto y te plantas en los siglos s. XVI y XVII. ¿Cómo ha sido la labor de reciclaje y qué te ha supuesto como novelista histórico?

Me gusta cambiar de época para ambientar mis historias. Me enriquece. Creo que esa es la mejor parte de escribir novela histórica… Lo que llego a aprender a nivel personal. Además, te permite comprobar que en realidad el ser humano no ha cambiado… El Trono de Barro podía haber sido escrita perfectamente en época actual. Es una historia de ambición, de avaricia, de envidia, de orgullo, de venganza… De hecho, durante mucho tiempo tuvo el título provisional de Pecado Capital. Y se puede comprobar que eso mismo es lo que ocurre en nuestra sociedad hoy día. La corrupción, la avaricia, la ambición, están a la orden del día. España no ha cambiado nada desde, al menos, el S. XVI.

5) ¿Los españoles de hoy somos hijos de los que vivieron en tiempos del duque de Lerma?

Sin duda. Para lo bueno y para lo malo. El pueblo llano se dejaba las pestañas y pasaban dificultades mientras los poderosos se enriquecían. La picaresca campaba a sus anchas. Se organizaban campañas enloquecidas que no llegaban a puerto, como el intento de conquistar Argel; se organizó una flota y cuando ya estaban en las costas africanas tuvieron que volver a causa de una niebla que hizo imposible el desembarco. Y algunos, muchos, querían “independizarse”. Ahí está el ejemplo pocos años antes del alzamiento de Granada. Sí, sin duda somos hijos de aquellos.

6) En 2013 participaste en las Primeras Jornadas de Novela Histórica de Granada y ahora asistes a las quintas. Tu apoyo, como el de muchos otros autores participantes, ha sido decisivo para que nuestro proyecto vinculado a la novela histórica y a Granada tenga sus frutos. En estos dos años… ¿Qué crees que ha cambiado en el panorama literario en relación a este género y cómo ha influido en tu trayectoria como escritor?

Es una pregunta de dificilísima respuesta… Es evidente que el mercado editorial ha cambiado. Los editores han perdido fuerza en favor de los departamentos de Marketing, por ejemplo, y eso complica la vida al escritor, que ya no solo debe escribir bien, sino que además debe escribir una novela “vendible”. 

Por otro lado, el mercado digital sigue sin ser entendido. La piratería hace estragos. No se consiguen vender derechos de traducción a otros países. Las librerías cierran… no corren buenos tiempos para el sector, desde luego.

Y la novela histórica no se iba a librar de todo este jaleo: ha perdido cierto peso entre los lectores. Sigue siendo un baluarte, sí, un puerto seguro para las editoriales… Pero los índices de venta han bajado.

Hasta ahora, esa tendencia no me había influido, pero empiezo a pensar en la posibilidad de dar cierto giro al tono de mis novelas, aunque sin abandonar el género histórico.

7) Te deseamos mucha suerte con tu nueva novela. ¿Nos dejas leer un poco de ella?

Muchas gracias. Por supuesto, es un placer daros un adelanto.


“Francisco hablaba con Catalina. 

—Pronto cumplirá dieciséis años, tiempo más que de sobra para empezar a pensar en su futuro.

—Lo que deseáis no es pensar en su futuro, sino casarlo. ¡Cristóbal es apenas un niño! Vos teníais veintitrés cuando nos desposamos.

—Mirad, Catalina. —Se frotó la frente con la mano izquierda intentando calmarse, pero, cuando retomó el discurso, la voz de Francisco era dura y movía las manos con fuerza, manteniendo los puños cerrados—. Tal vez vos no seáis consciente de nuestra situación, pero os aseguro que es muy grave. Durante años hemos caminado haciendo equilibrios para mantenernos en la Corte. Más de una vez he estado a punto de tomar la decisión de mudarnos a mis tierras, en Denia, con el fin de acabar con los enormes gastos que nos vemos obligados a hacer aquí: recepciones, fiestas, comidas, ropas, regalos… —A estas alturas caminaba en grandes círculos, repitiendo un discurso que quizá había ensayado en otras ocasiones. Catalina se había llevado una mano al cuello y los ojos se le habían tornado vidriosos, pero él no lo vio. Ni si quiera la miraba—. Al principio nos valimos bien de vuestra dote. Con ella pudimos mantenernos durante un tiempo; pero luego vinieron los niños y, a pesar de todos los esfuerzos realizados, lo que no llegaron fueron las mercedes del rey. Y así nos fuimos agotando. De no ser por la ayuda de algunos amigos, a día de hoy estaríamos en la miseria. Hubiéramos tenido que vender esta casa —aseguró abriendo los brazos—, tal vez vuestras joyas; incluso parte del vestuario. Y estaríamos en Valencia, alejados de todo cuanto merecemos. Pero hasta eso está a punto de agotarse, Catalina. —Se acercó a ella, la tomó por los hombros mirándola desde arriba y, cuando vio que luchaba por evitar que las lágrimas cayeran, la abrazó al tiempo que daba un suspiro—. No nos queda más remedio. Cristóbal debe casarse. Es el único modo.

Antes de que Catalina pudiera hablar, otra voz sonó en la sala.

—No lo haré. No me casaré para que vos podáis seguir buscando un modo de alcanzar poder y gloria.

Francisco cerró los ojos con fuerza y apretó los labios sin girarse si quiera. Catalina se separó de él y miró a su hijo. Alzó la vista de nuevo a su esposo, que clavó los ojos en ella. Asintió y, rodeando a su marido, alargó las manos hacia su hijo y comenzó a hablarle.

—No sería de inmediato, Cristóbal. Estas cosas llevan su tiempo y…

—No. Quiero escoger a mi esposa por mí mismo, sin necesidad de que la elijáis vosotros, madre. No deseo que mi boda se convierta en un simple contrato —porfió Cristóbal.

—¿Y cómo elegirías, eh? ¿Le mirarías el rostro? ¿O tal vez querrías fijar la mirada un poco más abajo y buscar unos pechos generosos? —Catalina ahogó una exclamación al escuchar a su marido hablar así y se sentó en un taburete cercano—. Has de saber que esos atributos pasan, hijo mío —continuó acercándose y haciendo un esfuerzo por endulzar el tono—, y que lo importante es asegurar la solidez de tu casa mediante una boda ventajosa.

—Y, no obstante, parece que vos no sois capaces de lograr la seguridad de la vuestra.

La respuesta fue demasiado ofensiva y, antes de que Catalina pudiera evitarlo, la mano de Francisco ya abofeteaba a su hijo con saña. Le golpeó la nariz, que comenzó a sangrar casi de inmediato, manchando la camisa blanca y goteando sobre la alfombra.

—¡Escúchame bien, desagradecido! Aún te queda mucho por aprender. —Francisco señalaba con el índice al muchacho, que apretaba los pómulos chirriando los dientes mientras Catalina, pálida y temblorosa, apretaba un pañuelo contra la nariz de su hijo—. ¡Eres un Sandoval! Tus antepasados sirvieron a reyes y levantaron una de las mayores Casas de Castilla. Tú eres su heredero y tendrás que estar a la altura. Medrarás en la Corte, y si para ello he de casarte con la hija del mismísimo Satanás así lo haré. Seguirás mis consejos y mis pasos. ¿Has entendido?

—Sí, padre. He entendido muy bien. —Cristóbal lo encaraba sin temor, hablando con voz clara, mostrando el pómulo enrojecido que comenzaba a hincharse—. He comprendido que, si he de medrar en la corte, visto lo bien que os ha ido a vos, jamás deberé hacer caso de vuestros consejos.

Giró dándole la espalda y, deshaciéndose de las manos de su madre, que se habían quedado colgadas del aire ante la furibunda respuesta, se alejó a grandes pasos.

Tras el portazo, Francisco y Catalina se mantuvieron en silencio. Ella permanecía sentada, arrugando el pañuelo manchado con la sangre de su primogénito. Francisco tenía los ojos encendidos; permanecía de pie, en el mismo lugar en el que se hallaba cuando su hijo le dio aquella réplica dolorosa. No midieron el tiempo. No supieron si habían estado así un día o un instante. Cuando Francisco reaccionó fue para dirigirse a su mujer.

—Tendréis que ayudarme a convencerlo.

Catalina se levantó despacio entre un murmullo de sedas. Dobló el pañuelo con cuidado, como si fuera una reliquia. Alzó la cabeza con lentitud hasta enfrentar la mirada con la de su esposo y contestó a sus palabras.

—No contéis para esto conmigo, Francisco. Os respeto; mas, al fin y al cabo, yo solo soy un contrato para asegurar la permanencia de vuestra casa.”


Gracias por vuestro apoyo y vuestro cariño.

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA