Por Sebastián Roa |
Gran éxito de las primeras Jornadas de Novela Histórica deGranada, organizadas por Blas Malo y coordinadas por Ana Morilla y Carolina Molina. El tema, cómo no, al-Ándalus. La Biblioteca de Andalucía presta a colaborar con las obras de los autores invitados, un público que abarrotó la sala Val de Omar a pesar de la lluvia, firmas a los lectores entre mesa y mesa, debate por los pasillos y buen ambiente general.
La nota dominante fue la hospitalidad y, si bien nada se dejó a la improvisación, Carolina, Ana y Blas supieron torear los imprevistos. Tanto el sábado como el domingo, la cafetería Bib-Rambla agasajó a los ponentes con un desayuno-tertulia que, entre churros, porras, cafés con leche y chascarrillos literarios, servía como preámbulo para cada jornada.
La mesa inaugural contó con los tres organizadores ya citados más el director de la Biblioteca de Andalucía, Javier Álvarez, y la delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte, Ana Gámez. A destacar en esta mesa la confesión de Blas Malo: las jornadas granadinas habían nacido por envidia de otras ciudades que contaban con sus respectivos eventos. En las horas siguientes se confirmaría que Granada debe pasar ahora a ser la envidiada.
Pero había que meterse en harina y llegó la primera mesa, moderada por el propio Blas y completada por los autores Miguel Ángel Cáliz(Horas para Wallada), Sebastián Roa (La loba de al-Ándalus) y Teo Palacios (La predicción del astrólogo). El tema de la mesa: al-Ándalus, tierra de narradores y poetas. Cada autor habló de los diversos escenarios que en sus novelas nos hacen evocar los versos andalusíes. Hubo debate con el público acerca de las licencias históricas y la forma de estructurar el trabajo de novelar. A destacar en esta mesa: el buen humor y la fluidez en la comunicación entre autores y público.
La segunda mesa estaba presidida por Carolina Molina y compuesta por Blas Malo (El esclavo de la Al-Hamrá ), Javier Guillén, apasionado experto en jardines andalusíes, y Juan Manuel Martín, que nos habló de los encuentros y desencuentros entre el arte musulmán y cristiano. Y es que esta mesa estaba dedicada a al-Ándalus: la construcción de un sueño. Los retazos de historia desfilaron entre las descripciones arquitectónicas de la Alhambra y los arriates salpicados de flores. Si algo destacó en esta mesa, fue sin duda el entusiasmo de los ponentes, auténticos enamorados del arte andalusí.
Terminó la sesión mañanera y hubo comida (excepcional) en el restaurante-asador Centro de Granada, en plena plaza Bibarrambla. Allí se alargaron los debates, como es habitual en estos casos, hasta que, sorprendidos por lo rápido que pasa el tiempo cuando se está a gusto, hubo que volver a la Biblioteca de Andalucía.
La única mesa de la tarde estaba dedicada a Granada y la novela histórica actual. La moderó Ana Morilla y estuvo compuesta por Carolina Molina (Noches en Bib-Rambla y otras), Miguel Ángel del Arco, editor de Comares, en nombre del desaparecido Felipe Romero (El segundo hijo del mercader de seda) y José Luis Gastón (La muladí). Empezó como un rendido homenaje de Carolina a Granada como tema universal de la novela histórica y siguió con un emotivo recuerdo de Miguel Ángel a la obra de Felipe Romero; luego decayó un poco mientras varios oyentes y uno de los ponentes se enzarzaban en un debate muy fatuo, algo excluyente y poco literario. A destacar la oportuna y apasionada intervención de la cantante marroquí Amina Alaoui, presente entre el público, que nos devolvió a todos al ambiente andalusí que debía dominar las jornadas.
Y para regresar a la lucidez, esta primera jornada se cerró con la actuación de Verso Vivace. Poesía y música andalusí y cristiana en muy buena y emocionante armonía. Acto seguido partimos hacia el restaurante Ruta del Azafrán, en plena Carrera del Darro y con unas vistas impresionantes de la Alhambra nocturna. No creo que hubiera nadie capaz de terminárselo todo ni de decir qué plato fue el más exquisito.
El domingo se bautizó con la cuarta mesa, dedicada a los detalles en la escritura de la novela histórica. Guiados por Blas Malo, los sevillanosFrancisco Gallardo (La última noche) y Manuel Sánchez-Sevilla (El enigma de las seis copas) se encargaron de pasearnos por sus respectivas experiencias al afrontar la aventura de crear ficción histórica. De nuevo se retomó el debate con el público acerca de la estructura de la novela, y se incidió en el papel de los médicos musulmanes y en su reflejo tanto cronístico como narrativo. A destacar una vez más la interacción entre autores y oyentes, que era uno de los objetivos prioritarios de estas jornadas.
La última mesa fue filológica. La moderó Carolina Molina y se contó con las lúcidas ponencias de Ana Morilla y Remedios Sánchez. Ambas se encargaron de diseccionar el concepto de novela histórica, intentaron acotar el género y nos ilustraron con toda una serie de obras fundamentales para entender la novela histórica tanto en general como por los derroteros que sigue en la actualidad. Incluso hubo una lista de lecturas básicas para todo aquel que pretenda embarcarse en esta locura de ficcionar la historia. Como colofón, toda una reivindicación sobre el sistema educativo actual, tan ineficaz a la hora de sacar talentos narrativos como de crear lectores. A destacar la soltura de ambas ponentes, el amplio dominio del tema y su facilidad a la hora de transmitir.
Y al igual que el sábado, el domingo nos trajo otra bonita actuación. El grupo de danza oriental Al-Farashat distribuyó arte desde el escenario con sus bailes andalusíes y la simpatía de sus cuatro componentes. Tras las rondas de aplausos, los tres gurús de estas jornadas comparecieron para clausurar el evento y quedar muy, pero que muy bien.
De matrícula de honor: la hospitalidad de nuestros anfitriones, que estuvieron al quite y que de forma previa a las propias jornadas cargaron sobre sus hombros un ingente trabajo de organización. Y sobre todo supieron llevar a buen fin una aventura con la que nadie —y repito: nadie— se había atrevido en Granada.
De suspenso: la nula presencia de y en los medios de comunicación convencionales (no así otros, como la revista digital La espada en la tinta, que no se perdió ni una mesa) a pesar de que dichos medios habían sido oportunamente avisados. El fin de semana, la noticia estrella de los diarios granadinos era el macrobotellón que se había celebrado el viernes en la ciudad. Ni una sola columnita perdida para las jornadas.