viernes, 20 de marzo de 2015

VIVIR EN EL AYER: LA FUERZA DE LO COTIDIANO

DISCURSO DE APERTURA


Son ya cuatro las jornadas que llevamos dedicadas a la novela histórica analizando sus múltiples aspectos y de todos ellos rescatamos hoy el de la recreación histórica.

Nuestras novelas deben tener un tiempo en donde apoyarse y un lugar donde representar sus escenas, sin embargo el qué y el cuándo no tienen base suficiente sin un cómo, que hoy traducimos como la vida cotidiana de los que nos precedieron.

Son esas pequeñas cosas de la vida diaria, de las costumbres domésticas y cotidianas las que enriquecen la historia literaria. Nos hacen entender a los personajes y sus comportamientos y a pesar de sentirnos lejos de ellos y muy distintos en nuestra modernidad, se nos acercan como amigos invitándonos a compartir su vida.

Con la novela histórica nos introducimos en la intimidad de los hogares y nos vestimos según la época, quizás con capa o con chambergo, quizás con túnica o con babuchas. Sentimos el vapor del hammam y comprobamos a quién le prometimos la polca en nuestro carnet de baile.

Todo esto no es solo estímulo para la fantasía porque de todas esas actividades cotidianas traducimos nuestro presente, hallando en cada una de ellas una herencia que nos pertenece y que sigue viviendo en nosotros, porque en el fondo nuestra actualidad es repetir una y mil veces el pasado. Nada hay que no se haya vivido ya.

CRÓNICA DE LAS JORNADAS



En la inauguración: de izquierda a derecha Rosario Corral (directora de la Biblioteca Provincial), Blas Malo, Mario Villén y Carolina Molina 

El plantel de autores participantes en estas IV Jornadas, algunos no dedicados a la novela pero sí partícipes en la elaboración de éstas aportando documentación a los novelistas, nos llevó a replantearnos nuevos recursos y a reflexionar sobre el futuro de este género.

Junto a Juan Manuel Barrios Rozúa, Julio Navarro Palazón y Jorge Rodríguez Babé (de izquierda a derecha) 

La primera mesa “Vida cotidiana en Granada” nos ofreció el aspecto histórico con una excelente exposición de ideas por parte de los tres participantes. Jorge Rodríguez Babé, en representación del Palacio de los Olvidados nos habló de la trascendencia y legado de los judíos granadinos, a los que aprendimos a denominar sefardíes, pues así debe ser, comprendiéndoles como una cultura propia de nuestro pasado y de la cual mantenemos curiosas costumbres en la actualidad. Recordó que en algunas familias aún se mantiene el ritual de tapar los espejos cuando hay un difunto en la casa, costumbre sefardí, y que a mí me hizo recordar la escenografía de La Casa de Bernarda Alba, sus mujeres vestidas de negro y sin querer ver el reflejo de un espejo.

Julio Navarro Palazón, arqueólogo y en representación de la Escuela de Estudios Árabes se centró en los protocolos de acción de la arqueología y en el concepto “zaguán” que diferencia las casas musulmanas de las cristianas. Por cierto que Mustapha Busfeha, autor de La casa del cobertizo y presente entre el público, tuvo una interesante aportación a los términos utilizados en esta mesa y nos alentó a que a partir de ahora, en vez de usar el término musulmán o árabe para referirnos a los musulmanes andalusíes, usáramos el término “hispanomusulmán” pues lo define mucho más correctamente. Quizás ya es momento de olvidarnos de los cristianos, musulmanes y judíos para dar paso a cristianos, hispanomusulmanes y sefardíes, todos ellos parte de al-Andalus. Su comprensión favorecerá nuestra tolerancia, sin ninguna duda.

En esta mesa contamos también con uno de los grandes divulgadores de la historia de Granada, Juan Manuel Barrios Rozúa que tuvo una exquisita descripción de la Granada romántica, puntualizando momentos que se nos quedaron en la memoria: los olores de las zonas aledañas al Darro, los ruidos provenientes de puestos callejeros, los hábitos diarios…un recorrido por la Granda de los sentidos que fue el verdadero prólogo a lo que nos llegó después en unas jornadas dedicadas a la vida cotidiana.

En la segunda mesa, con autores granadinos, bien de nacimiento o de adopción: Carlos Almira (Asoka), Emilio Ballesteros (Estirpe de luna) y José Barroso (El ocaso de Alejandría) se incidió nuevamente en ese legado que aún nos queda, en este caso de la cultura hispanomusulmana como recalcó Ballesteros en las costumbres diarias y que fueron transmitidas después por los moriscos. Barroso tuvo una acertada exposición de la vida cotidiana en el Egipto clásico y Carlos Almira me confesó que habría que incidir mucho más sobre el aspecto literario del género histórico, lo que compartimos sobradamente. Almira, que ya es conocido y respetado en Granada por haberse dedicado a otros géneros literarios, en especial el del cuento, sabe muy bien lo mucho que la novela le debe al género breve, de donde parten muchos de los novelistas y del que aprenden sus técnicas más básicas y esenciales.


Emilio Ballesteros, Carlos Almira y Jose Barroso 

En las mesas de la tarde unimos amor y guerra. En la mesa dedicada a la antigua Roma, Javier Negrete y Gabriel Castelló tuvieron su duelo dialectal y de experiencia romana y fuimos testigos de la verdad y de la mentira que llegan hasta nosotros sin que podamos, a veces, distinguirlas dentro de la trama literaria. A este respecto, Andrés Palma, profesor de la Universidad de Granada y pionero en la aplicación de la novela histórica como recurso didáctico incidió de nuevo en la importancia de la novela como técnica de estudio, siempre bajo la supervisión de un docente.


Javier Negrete y Gabriel Castelló 

Mario Villén, nuestro co-fundador de la Asociación Jornadas de Novela Histórica nos presentó su última novela. “40 días de fuego”, una intensa historia que nos dejará sin respiración, en la que nos narra la invasión vikinga que asoló al-Andalus en el s.IX.

Las jornadas continuaron con una mesa muy interesante en la que se unieron Coia Valls y Francisco Nuñez bajo la premisa de la novela histórica como transmisora de sentimientos, de valores literarios que trascienden mucho más allá del hecho de la propia Historia real. La intrahistoria de la novela es y debe ser siempre más importante que la Historia misma, no desvirtuándola, sino haciendo que esta tome cuerpo y se convierta en una obra creativa y única, expresión del esfuerzo de un escritor. Coia Valls, con su nueva novela Amor prohibido sigue en la línea de sus anteriores novelas El mercader y La cocinera, muy aclamadas por el público. Nuñez (El corazón del cóndor y Jaque al peón), por otro lado nos dejó sabias palabras, como la de que el escritor es un poco esquizofrénico, siempre bregando en lucha interna por ser escritor y lector al tiempo. Lo natural es la lectura, nos decía, nosotros sin embargo, hacemos lo que no es natural, que es escribir. Pero fue otra de sus frases la que nos dejó gratamente complacidos:“La literatura es el patio de recreo de la vida”. ¿Existen palabras más bellas para poder definir lo que hacemos?


Coia Valls y Francisco Nuñez 

La clausura de las Jornadas fue este año un ejemplo de unión entre escritores. Manuel Sánchez-Sevilla, director de las nuevas Jornadas de Novela Histórica de Écija nos regaló una emotiva placa con la que nos hermanamos. Y desde aquí le enviamos nuestra gratitud y apoyo.


Junto a Manuel Sánchez-Sevilla, director de las Jornadas de Écija 

Quiera el destino que poco a poco haya más hermanamientos y más jornadas en otros lugares, ejemplo de amor a la literatura histórica.

Con esto os emplazamos a las siguientes, que serán las V Jornadas de Novela Histórica de Granada.

Carolina Molina


JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA