miércoles, 11 de junio de 2014

LA GRANADA DE QUEÍPO DE LLANO


Un artículo de Miguel Ruíz de Almodóvar.

Hace ya unos años, un libro inquietante y un tanto llamativo, puso nuevamente sobre el tapete la controvertida personalidad del general Queípo de Llano (1875-1951). Se trataba de la publicación de sus memorias de la guerra civil, todo un alarde o intento de revisión histórica, que contaba además con un prólogo sorprendente de su nieto y Académico de la Historia José Alcalá Zamora- Queípo de Llano.

El catedrático siempre remiso a hablar de su antepasado decidió hacerlo ahora con motivo de la aparición de esas memorias y entre otras cosas para salir al paso y desmontar varias de las infamias que según él pesan sobre la figura de su abuelo, entre las que destaca y por lo que nos toca a los granadinos, aquella célebre frase con que contestara al Comandante Valdés acerca de lo que debía de hacer con el detenido Federico García Lorca. “Dadle café, mucho café”, que dicen dijo el General desde Sevilla. Sin embargo para su nieto su abuelo nada tuvo que ver en el asesinato del poeta, atribuyendo éste a “oscuras fuerzas granadinas que cobardemente prefirieron luego arrojar la basura sobre quien ya no podía defenderse de sus repugnantes maniobras de distracción”.

Quizás lleve razón el historiador y fuera todo una justificación postrera para eludir mayores responsabilidades o explicaciones, aunque en el fondo no pueda negarse cierta verdad a la acusación, siquiera lo sea de forma simbólica, por tratarse de la máxima representación entonces de la sublevación militar contra la República. Efectivamente durante los primeros meses de la contienda civil no existirá mas jefe, más salvador y mas héroe que el referido general, también conocido como el virrey de Andalucía, cuyo poder omnímodo era a diario expuesto desde los micrófonos de Unión Radio Sevilla en sus famosas charlas o arengas que comenzaba con el “Buenas noches, señores…” y terminaban con un arriba España.

Prueba de lo que decimos es ese primer homenaje que le dedicara el pueblo de Granada en Octubre de 1936, a través del obsequio de un álbum artístico que contenía la firma de 25.000 granadinos “como testimonio de gratitud y admiración que le rinde Granada”. Baste leer el texto del pergamino que lo encabezaba para darse cuenta de la importancia y significado que tenía por entonces Gonzalo Queípo de LLano, pese a que ya había sido proclamado en Burgos como Jefe del Estado Francisco Franco Bahamonde. “ Al general, Queipo de Llano, Granada, cuna de la unidad de la Patria, eleva al heroico general e insigne caudillo, la más profunda expresión de gratitud, el más sincero y cumplido aplauso, a la gesta gloriosa que ha iniciado la segunda reconquista de la tierra española. A los que tan alto saben poner el nombre de la Patria.¡ Gloria imperecedera!. ¡Viva el general!”.

La idea había surgido en Sevilla, y Granada no quiso ser menos, de ahí que durante unos días se expusieran en los almacenes la Paz los pliegos para ser firmados por todos los interesados al propio tiempo que se exhibían en uno de sus escaparates el referido pergamino y la cubierta del álbum, mientras que desde la prensa se compelía a todos a que acudieran a estampar su firma: “¡Mujeres granadinas: con vosotros deben acudir hoy vuestros maridos e hijos a firmar en el Álbum que Granada ofrece al salvador de esta región!”.
Se trataba como decíamos de un obsequio eminentemente artístico, de ahí la imprescindible colaboración de los socios artistas del Centro Artístico, a iniciativa del delegado de la autoridad militar para las cuestiones de arte Fidel Fernández Martínez. Toda una representación de primeros espadas de la pintura granadina quienes aportaron sus acuarelas, dibujos y pequeños óleos como acompañamiento a esos millares de firmas de granadinos: Gabriel Morcillo, Nicolás Prados López, Francisco Vergara Reyes, Garrido del Castillo, José Carazo, Eugenio Gómez Mir, Marino Antequera, Ocaña, Francisco Carrasco Díaz, Piñar Rocha, Sanchez Solá, Rafael Latorre, Vergara (padre), Maldonado, Joaquin Urbano, Jose Ruiz de Almodóvar, Miguel Horques, Merino Vílchez, Emilio Orozco Diaz y Emilio González Sánchez.

Una veintena de obras de arte que estaban encuadernadas por unas tapas de cuero repujado y policromado, donde José Vázquez Parras, había reproducido el cuadro de Pradilla, “La rendición de Granada”, rodeado de una vista de la Alhambra, la imagen de la Virgen de las Angustias, y el escudo de Granada. Todas ellas junto a las insignias de “Españoles Patriotas”, Falange Española, Defensa Armada y “Pérez del Pulgar”, con los escudos de Granada y España, quedaban encerradas en una artística caja de madera tallada, estilo Renacimiento, con herrajes forjados.

Así llegado el día y con el visto bueno por el resultado obtenido del Gobernador Militar, salió la Comisión organizadora en tren hacia Sevilla, en compañía de una numerosa representación de granadinos compuesta por un grupo de flechas junto a su banda de música, así como una sección de Españoles Patriotas, al mando del alférez señor Gallego Burín, y el jefe de dicha milicia señor Palacios. También acudió una pequeña representación del Requeté de Granada.

La entrega oficial tendría lugar el domingo 18 de octubre de 1936 poco después de la once de la mañana, en la residencia del general jefe del Ejército del Sur, quien tras un cambio de saludos “tuvo frases de agradecimiento para sus visitantes, haciendo resaltar el alto espíritu patriótico que siempre ha distinguido a Granada, así como su valiosa cooperación y ardor en la heroica labor de salvar a España de las garras del marxismo”.


JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

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