Todos los escritores, al finalizar una novela, deseamos ser el centro de atención. Anhelamos las opiniones rápidas de los lectores y la reseña positiva de los críticos que impulsen nuestra obra a ser leída por todos. Pero esto no siempre sucede. ¿Alguien se ha preguntado qué siente el novelista al finalizar su obra? ¿Cómo definiría su trabajo una vez publicado?
Este cuestionario pretende transmitir la visión del escritor. Le preguntaremos sobre su novela y le daremos la oportunidad de promocionarla y hacerse autocrítica. En definitiva, será su manera de convencernos para que leamos su novela.
HOY NOS PRESENTA SU OBRA José de Cora.
1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.
Soy un escritor y periodista de Lugo con una treintena de libros a mis espaldas y con ganas de seguir haciéndolos para contrarrestar mi ignorancia.
2) ¿Cómo se llama tu nueva novela?
La navaja inglesa.
3) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.
Carlos III y sus asesores deciden colocar una fuente de Cibeles en el corazón del nuevo Madrid, pero ¿saben realmente qué cultos exige la diosa y qué favores otorga a quien se los rinde? Sangre y sexo son dos componentes esenciales de una deidad que fue llamada por Roma para la solución de los problemas que entonces les acucian, hambre en el interior y Cartago en el exterior. Es posible que su influencia en la capital española también sea favorable, pero antes deben rendirle los sacrificios tradicionales. La novela trata de explicarlo, que es tanto como explicar la historia de Madrid.
4) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.
De momento, en papel. Es un nuevo libro de Tropo Editores y se pueden leer informaciones sobre ella en...
5) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.
La nómina es amplia. Si dejamos a un lado los que son estrictamente históricos _ Carlos III, María Luisa de Parma, el padre Eleta, José de Hermosilla, el Doctor Castro _, me quedo con Violeta de Curazzo, una mujer de rompe y rasga que encarna en sus facciones a la propia Cibeles y que tiene una biografía de amplio recorrido erótico; con Mayorga, el encargado de investigar los crímenes; con Lorenzo Chacón, un arquitecto deseado por las damas; con Emilio Cenarrusa, La Oreja del Rey, su amigo y consejero en los asuntos más íntimos; con el Negro Tomás, un lacayo de apellido Borbón que reparte sus favores allí donde es reclamado; con Dosindido, el niño con vocación sacerdotal que se convierte en víctima propiciatoria; con el barón de Esteiro Labandal, director de la casa de corrección de San Fernando de Henares y apasionado de la diosa; con Goomer Astudillo, conde de Sanchezcapitán, el noble chistoso de todas las cenas; y con los padres de Dosindito, Cayo, que ejerce de apretador en un teatro, y la Reme, experta en puteríos, pócimas, hierbajos y amarres; por citar algunos de los más sonados de una obra coral y multitudinaria en la que el elenco se aproxima al centenar. ¿El favorito? El que determinen los lectores.
6) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?
En mis libros trato de acercarme a los enigmas y de responder interrogaciones. Cibeles me llamó la atención y me la sigue llamando porque es una deidad presente en el nacimiento de todas las Grandes Madres, por su antigüedad y por la prolongación que va a tener en el cristianismo, muy especialmente en los ritos de Semana Santa. Más que de una chispa, La navaja inglesa nace de un meteorito, como Cibeles, y al decir de algunos, como la vida en la Tierra.
7) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?
No me documenté especialmente. Como ya dije, el tema y la época me habían atrapado antes de ponerme a escribir. La novela anterior, «La verdadera historia...», también se desarrolla en el XVIII. La documentación más específica se centró en la biografía de algunos personajes, como María Luisa de Parma, el propio Carlos III, Hermosilla y Olavide, por ejemplo. En cualquier caso, rechazo que sea una novela histórica en sentido unívoco. Hay personajes reales, lugares conocidos y circunstancias que sucedieron, pero el adjetivo sólo afecta a un porcentaje de la trama. También podríamos decir que es policíaca, erótica, mitológica, política, sádica, esotérica o cabalística. Es eso y también todos los adjetivos juntos, por lo tanto, es esdrújula.
8) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?
Infinidad de pequeños detalles que venían a corroborar la tesis inicial. Es muy curioso el papel de los huevos _ cáscaras de huevo _ en la celebración de la Pascua y el que alcanza en Montesclaros, el lugar de donde se extrae el mármol para construir la fuente. Permítame que remita el lector a la novela porque explicarlo con detalle me llevaría lo mismo que me llevó el libro.
9) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?
Por obligación. Es decir, para evitar que algún día se tenga que decir: «¡Ah, pues yo no sabía nada!»
10) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella?
Ésta es parte de la descripción del Negro Tomás:
«El Negro Tomás se relaciona con gente de la corte, pudientes o de rancio abolengo para quienes realiza fregados de variada laya. Conduce el calesín de los Curazzo, mata los pollos al duque de Pastrana y si se tercia, acompaña a ciertas damas cuando han de acudir solas por Madrid adelante. Eso es lo que se cuenta cuando no se le quiere manchar el nombre, pues también le cuelgan otras encomiendas que no aprobaría lo más dulce del inquisidor menos estricto. Por eso y porque su presencia no pasa inadvertida aunque se lo proponga, de su nacencia se alardean las que son y las que no son. La primera, que él mismo sostiene ante quien se lo consulte, hace a su madre princesa africana de tribu ignota, repudiada por adulterio y acogida por misioneros, que luego viaja con ellos a Nápoles, aunque acaba sus días en Rascafría, sirviendo comidas a los imagineros de contrata y a los canteros, orfebres, pintores y marmolistas andaluces del Transparente, tabernáculo en el Paular de belleza incomparable. Su padre sería, como él, Utubo Ngambé, el rey de esa tribu de la que nadie conoce ni cuna ni residencia. Pero en la corte se bisbean otros orígenes no menos ilustres, como que es Borbón, si no de sangre, sí de apellido. Que su padre no fue rey, sino arquitecto. O no arquitecto, sino criado mulato allá en el Nápoles borbónico. Que el rey Carlos lo trajo con otros dos de su raza para servirle en su destino madrileño, y cómo no sería el hombre de querido por el monarca, que le da nuevas credenciales y apellidos, bautizándolo Antonio Carlos Borbón Ngambé. Bajo esa identidad se casa con la italiana Silvana Georgi y se hace gran amador de todas las pieles. De la italiana por compromiso contraído en los altares y de todas las demás que tienen Nápoles como obligación diplomática, pues de boca a oído viajan historias de lo mucho y bueno que Antonio Carlos Borbón Ngambé esconde tras las ropas que cubren su entrepierna.»