Un artículo de Helen Boland Seco de Lucena, descendiente familiar.
LUIS SECO DE LUCENA
ESCALADA – Periodista y escritor
Luis Seco de Lucena Escalada no era granadino de nacimiento, nació en Tarifa y llegó a Granada allá por el año 1877, tenía entonces 20 años. Ilustre desconocido, pues contaba con un par de contactos, le precedía al menos una reputación de periodista forjada en el diario El Universal de Sevilla del cual fue director interino, pero lo que destacaba sobre todo de aquel joven era su “don de gentes”. Gaditano, empezaba sus frases a menudo por un simpático “ustedes vosotros” que destacaba en aquella Granada cerrada, atrapada en el tiempo y alejada de la capital tanto por situación geográfica como por la falta absoluta de una red de transporte por entonces balbuciente. Pasó sus tres primeros años en Granada estudiando, en la facultad de filosofía y letras, queriendo dedicar la mayor parte de su tiempo a sacarse esta carrera que terminó con éxito en 1878 con la calificación de sobresaliente y premio extraordinario. Paralelamente, recuperó la senda que había seguido hasta entonces aceptando dirigir las hojas de los lunes de La Lealtad fundando poco más tarde asociándose con Francisco Reyes, el Universal.
Pero a Luis le encanta la literatura, la poesía, la pintura, el dibujo, y sus ojos se embelesan con cada rincón de la ciudad, se pasea cuesta arriba, cuesta abajo, y finalmente se pierde en la Alhambra. En sus ratos libres, se embebe de la grandeza y de las bellezas de Granada, y decide divulgar sus secretos, que para él residen tanto en sus monumentos como en su gente. Por ello, afligido por el abandono que sufren los palacios nazaríes, decide publicar en 1878 “Poesías y pensamientos del álbum de la Alhambra” en la que recopila unos cuantos de los cuantiosos versos que dejaron plasmado los visitantes. En el prólogo, escrito por él, describe su situación: “hoy por todas partes es desolación y ruina. La yedra y las enredaderas silvestres brotan en los quebrados torreones….”
Durante los dos años que estuvo a la cabeza de El Universal, Luis se dedica a denunciar los problemas sobre salubridad pública haciendo hincapié por ejemplo en la necesidad de alejar del centro aquellos negocios como las fábricas de cola, que se obtenía a través de los pellejos de animales, o la libre circulación de los cerdos por la capital. Todo aquello pone al diario en una situación incómoda ante el ayuntamiento y finalmente Luis decide abandonarlo por lo que considera “diferencias de apreciaciones de puntos fundamentales” con su otro socio.
De esta experiencia Luis sale fortalecido en su convencimiento de que es necesario para Granada, resolver con la ayuda de un periódico independiente, todos los temas pendientes y que le impiden renovarse. Pero lo que no podía imaginarse, es que pronto se cruzaría en el camino del rico industrial José Genaro Villanova que, después de una larga y amistosa conversación, decidiría unirse al proyecto de Luis ofreciéndole financiación ilimitada con la única condición de que ese nuevo diario se llamara El Defensor de Granada.
En octubre de 1880 sale a la calle El Defensor periódico que iba a revolucionar no sólo la forma de practicar el periodismo, yendo allá donde se encontraba la noticia, sino que también impondría un ritmo nuevo en la difusión de las noticias con la incorporación del telégrafo a la redacción. Describe el periodista Juan Enrique Gómez a Luis como a “un hombre al que se podía acudir en cualquier momento….un hombre para quien la libertad de expresión, de información se alzaba por encima de ideas políticas y convencionalismos”.
No tardó Luis en hacerse con el corazón de los granadinos: en 1885, se redacta un documento solicitando que se le declarara hijo adoptivo de la ciudad…aunque hubo que esperar hasta 1892. Aquello lo conmovió y tal vez no fuera sólo coincidencia que el mismo año Luis pensó que había llegado el momento para El Defensor, de ocupar un lugar estratégico ubicando sus nuevas oficinas en la céntrica calle de Reyes Católicos, justo al lado del ayuntamiento.
Para convencerse de la importancia que alcanzó El Defensor basta con conectarse a la hemeroteca del museo de la Casa de los Tiros y ojear sus páginas. Durante años denunció a través de las páginas de su periódico, el exceso de pobreza, la falta de oportunidades, la somnolencia y anemia económica de Granada, evitando la discordia ante todo aquello que consideraba que pudiera atraer mejoras para el conjunto de la población. Sin dudar en usar siempre y cuando fuera necesario para ayudar a quien se dirigiera a él, tanto por falta de trabajo o determinados objetivos laborales, económicos, sociales o artísticos, toma las riendas de un nuevo caballo de batalla que transformaría su vida y le dará la satisfacción de contribuir en el mantenimiento y promoción del patrimonio artístico de Granada. Nosotros destacaremos los puntos siguientes:
- En sus primeros 6 meses de vida El Defensor sufre 4 denuncias que le obligan incluso a suspender su publicación varios días.
- Se posiciona incansablemente a favor de la clase obrera (será socio protector de la Sociedad centro unión obrera española) y reiteradamente denuncia los estragos del caciquismo en la provincia.
- Aumenta paulatinamente la presencia de colaboradores en el conjunto del territorio español e incluso en el extranjero. Se posiciona como referente económico y cultural insertando artículos y revistas científicas, poéticas, agrícolas, comerciales, literarias, etc…
- Sobresale su campaña a favor de los terribles terremotos que sufrió Granada y su provincia en 1884, extrapolando esta desdicha y buscando implicación de toda España.
- El aviso que lanzó al ayuntamiento y a la población para intentar evitar los estragos de la epidemia de cólera que finalmente se cebaría también con Granada.
- Su labor diplomática en varias ocasiones siendo interlocutor en nombre de grupos de obreros o labradores, como en Motril en el conflicto de la caña de azúcar, o en Chauchina en el conflicto entre el duque de Wellington y los labradores de la comarca, o en las Alpujarras denunciando los terribles abusos cometidos por la agencia tributaria, o bien en Madrid participando a las diversas comisiones formadas por el ayuntamiento en defensa de Granada como ciudad cultural y participando a las negociaciones en busca de cultivos alternativos como el cultivo del tabaco.
- Criticaba públicamente, hasta provocar situaciones límites, la indiferencia y falta de actuación de los diputados a Cortes por la provincia de Granada.
- Actuando como enlace diario en los acontecimientos de la guerra de Cuba llegando a ofrecer a sus lectores hasta 3 hojas de suplemento diario.
- Creando un Salón de Bellas Artes en la primera planta de las instalaciones del periódico en el que se proponía ofrecer lugar para la divulgación de sus obras a los artistas granadinos (allí un sin fín de artistas como Larrocha, López Mezquita, Muñoz Lucena, Ruiz de Almodóvar, Rusiñol, Morcillo, Paquita Raya, etc…), convirtiéndose también en lugar de conciertos, con el habituado pianista Vidal y tertulias donde se reunían también los amigos de La Cofradía del Avellano .
- Pidiendo reiteradamente a través de multitud de artículos (fueron 41 a favor del ferrocarril a lo largo de los años 1882-83) las mejoras en las infraestructuras en los ferrocarriles o para el puerto de Motril.
Continuó esta infatigable dinámica hasta final del año 1907 año en el que vendió su diario a la Editorial madrileña encabezada por su amigo Miguel Moya. En el acuerdo destaca el puesto de director que de por vida se le concede, cargo que va a ocupar hasta su definitiva y contundente partida en 1915. Ya en 1910 se plantea dejar El Defensor, confiesa a sus amigos en sus cartas que no soportaba la dirección con cariz político y las decisiones a ciegas y tiránicas que se le imponen desde la Editorial. Las ventas bajan y la presión de la opinión pública granadina provoca serias dudas con la nueva forma de gestión que califica Luis de partidista y que le lleva a confiarle con gran tristeza a su amigo el marqués de Pórtago que el Defensor “ya no es lo que era” y que anda buscando otro sustento.
No por dejar la dirección de EL Defensor Luis guarda su pluma. En los años que siguen a su dimisión, acepta corresponsalías en El Día, en La Nación y en España Nueva, que buscan en él su imparcialidad y su talento. Sigue incansablemente promocionando las fiestas del Corpus, editando el Programa Guía, tarea que se había impuesto desde 1901. En ella ofrece no solo el programa oficial de los festejos, sino que también recoge una amplia propaganda de Granada con artículos dedicados a las líneas de tranvía, tradiciones granadinas, itinerarios, páginas literarias en la que reproduce textos de Ganivet, García Lorca…Siguió editándolo hasta 1941.
Sigue durante varios años al frente, como Presidente, de la asociación de la prensa de Granada que fundó en 1912. Pero lo que de verdad va a llenar las horas vacías que ocupaban su antigua labor, va a ser el reencuentro definitivo con lo que tantos años atrás le hizo decidirse a elegir como morada a Granada, su belleza.
En 1919, es nombrado “Jefe de los Trabajos de Vulgarización de la Alhambra” puesto que ocuparía hasta su muerte en 1941. Libros, decenas de artículos, acompañamientos en visitas, cuadernillos traducidos a varios idiomas, abundante correspondencia, son la prueba de su incansable y arduo papel en este asunto. Sus campañas tienen eco en la prensa nacional como en el afamado diario ABC de su amigo de infancia Torcuato Luca de Tena que le ofrece ser su corresponsal en Granada, pero también traspasa las fronteras hasta Tetuán, Londres, Italia, Buenos Aires, Nueva York en colaboración con revistas y diarios tan prestigiosos como el Daily Graphic o La Prensa. Poco a poco llegó a ser para todo aquel que acudía a visitar la Alhambra la persona imprescindible recibiendo en sus muros y a menudo en su casa, a artistas, escritores, políticos y jefes de estado.
En 1920, es nombrado “Correspondiente de la Real Academia de Bellas Ares de San Fernando” y en 1924 Delegado Regio de Bellas Artes de la provincia de Granada. En esta ocasión dispone de un enlace directo con el que fue ministro de instrucción pública y de bellas artes, Alfonso Pérez Nieva con el que mantenía una antigua relación amistosa basada en su calidad de literato. Lleno de ilusión toma las riendas de este nuevo desafío encargándose de resolver una serie de problemas que amenazan al patrimonio de la ciudad. Sin medir las consecuencias, levanta la liebre sobre un proyecto que contempla la destrucción del Corral del carbón y el levantamiento en su lugar de un bloque de 6 pisos. Recibe advertencias de un amigo que le aconseja evitar toda clase de publicidad en este asunto porque le podría ser perjudicial. Pero decide desoír tal consejo y sin perder tiempo se pone en contacto con los ayuntamientos de Nuremberg, Brujas, Toledo, Segovia con el fin de solicitarles las ordenanzas municipales que rigen en aquellos municipios con respecto a todo lo que trata la protección de los monumentos artísticos. Con esta información en sus manos pide que se proteja de la destrucción dicha propiedad privada argumentando la necesidad de que se le declare monumento artístico de interés. En esta época, Granada está rebosante aun de casas moriscas en manos de intereses particulares que las desmiembran vendiendo en alto precio sus tesoros. Aún entendiendo que cada cual pueda hacer lo que quiera con lo que le pertenece, Luis propugna por una regulación que determine el marco de explotación y que impusiera, por ejemplo, que se quedaran al menos en territorio español los elementos representativos del arte, en este caso morisco. El 5 de junio de 1925, se publica la R.O. sobre la conservación de monumentos artísticos de propiedad particular que va a regular la situación con el Corral del carbón.
Conocedor del poder de la prensa escribe varios artículos unos denunciando el estado lamentable en el que se encuentra el Patio del Harem y la Galería de Machuca, otros sobre las obras de consolidación que deben de ser una prioridad para hacer frente al deterioro de El Bañuelo.
Sus artículos llegan a tener repercusión internacional. Así, La Publicidad difunde la siguiente noticia “Granada en el extranjero”. El diario Le Parisien se hace eco de la situación en nuestra tierra ofreciendo un paralelismo entre Saint Germain de l’Auxerrois y el artículo publicado por Luis titulado “La piqueta demoledora”.
Pero lo que guardará Luis de aquellas gestiones será la satisfacción, como siempre, de tener el reconocimiento de los granadinos a su labor, esta vez concretado en la merienda organizada por los vecinos del barrio de San Gil y San Pedro en homenaje a su labor de protección de Granada artística.
Nos dejará antes de marcharse un libro en el que agrupará todos sus estudios sobre el conjunto nazarí titulado “La Alhambra como fue y como es”. Pero también editará y escribirá la “Guía breve de Granada” que conseguirá traducir para el viajero inglés, y posteriormente una “Guía de Granada” en varios ediciones unas de bolsillo y otras más lujosas.
Murió en diciembre de 1941, después de llorar el asesinato de su amigo y ultimo director de El Defensor, Constantino Ruiz Carnero, y oír los gritos y susurros de los que presenciaron el incendio voluntario del que fue su periódico.
Helen Boland Seco de Lucena