Todos los escritores, al finalizar una novela, deseamos ser el centro de atención. Anhelamos las opiniones rápidas de los lectores y la reseña positiva de los críticos que impulsen nuestra obra a ser leída por todos. Pero esto no siempre sucede. ¿Alguien se ha preguntado qué siente el novelista al finalizar su obra? ¿Cómo definiría su trabajo una vez publicado?
Este cuestionario pretende transmitir la visión del escritor. Le preguntaremos sobre su novela y le daremos la oportunidad de promocionarla y hacerse autocrítica. En definitiva, será su manera de convencernos para que leamos su novela.
HOY NOS PRESENTA SU OBRA José Guadalajara
1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.
Investigador, profesor de Literatura y novelista. He publicado ya siete novelas, dos libros de investigación centrados en el mito del Anticristo y sus profecías y numerosos artículos en revistas de divulgación y especializadas.
2) ¿Cómo se llama tu nueva novela?
El alquimista del Tiempo
3) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.
Hay una trama real de falsificación para legitimar un matrimonio entre reyes, hay acción y misterio, hay una historia de un “amor de oídas” y también un sabio que busca la clave de un plano para realizar un invento prodigioso. Todo ello a finales del siglo XIII.
El amor que se debate consigo mismo, la búsqueda del saber y el dominio del tiempo son algunas de sus claves.
4) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.
Está publicada en los dos formatos, por Stella Maris, una editorial de Barcelona. Puede encontrarse más información sobre ella en www.joseguadalajara.com y www.editorialstellamaris.com
5) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.
Jorge de Rudelia se ha enamorado “de oídas”, es decir, de lo que le han contado de Nicoletta di Fiori sin haberla visto jamás; es un amante sensible y constante que viaja desde Sevilla a Roma solo para conocerla; en cambio, Maese Cerebruno es alquimista, herbolario, astrólogo y constructor de relojes, que quiere cambiar el mundo con la invención del primer reloj mecánico de la Historia.
6) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?
De un hecho real: un interrogatorio a uno de los responsables de la falsificación de una bula para legitimar el matrimonio del rey Sancho IV con María de Molina. Tenía tantas posibilidades de convertirse en novela… que eso fue lo que pasó.
7) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?
Suelo tardar más o menos siete u ocho meses en todo el proceso. Trabajo exhaustivo siempre, continuado, con una especial atención al rigor histórico, la trama y el estilo.
8) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?
El Libro de los cien capítulos, que, en realidad, solo tiene cincuenta. Por eso, El alquimista del Tiempo está estructurado en cincuenta capítulos, aunque el último sea, paradójicamente, el cien. Así es la magia del Tiempo que nos persigue.
9) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?
Emoción, intriga, amor, desasosiego, conocimiento, inmortalidad. ¿Son suficientes estos sustantivos para que mis posibles lectores también quieran ser alquimistas?
10) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella?
Nicoletta comenzaba a impacientarse, y la carta de Bel Vezer ya le hervía junto al corazón. ¡Le hervía mucho y le quemaba! Deseaba leerla cuanto antes. Dio varios pasos a través de la cámara y se dirigió hacia la ventana. Desde ella, se abría un horizonte de nubes deshilachadas y dispersas, devoradas por la lengua violácea del sol. Los tejados y las torres de Roma empezaban a convertirse en siluetas y recortes sombreados. Vio a lo lejos las ruinas del acueducto Aqua Claudia y los arcos del Coliseo. Semejaban fantasmas de un tiempo viejo que Nicoletta desconocía y cuya memoria se perdía entre leyendas. ¿Quiénes fueron aquellos hombres que levantaron esos majestuosos edificios que ahora se caían a pedazos y que las gentes saqueaban piedra a piedra para construir sus casas, torres y palazzos?
Se giró y apenas distinguía ya el rostro de su hermana. Enseguida entró una criada con un candil de aceite. Prendió las velas y los velones y la cámara resucitó con un vivo resplandor amarillento. El olor a cera impregnaba el aire.