viernes, 2 de octubre de 2015

MESA DE LEÓN EN MADRID, SAN SEBASTIÁN, BARCELONA Y ALICANTE.

Artículo de Francisco Gil Craviotto.


Cuando Juan Pedro llega a la Villa y Corte, aunque la capital de España ya había comenzado su imparable desarrollo, todavía era una ciudad que en cierta manera se podía abarcar, si no con la mano, sí con la mirada. Su centro neurálgico es la Puerta del Sol, muy transformada en los últimos años. Antonio Flores, testigo de la época, la describe en su libro Ayer, hoy y mañana como "La tierra de Jauja, donde, como dicen las gentes, se come, se bebe y no se trabaja". Pío Baroja, en su libro La dama errante, nos retrata así el Madrid de la Restauración y la Regencia:

“Madrid entonces era un pueblo raro, distinto a los demás: uno de los pocos pueblos románticos de Europa, un pueblo en donde un hombre, sólo por ser gracioso, podía vivir.(…) 

La distracción nocturna de los madrileños, aparte de las casas de placer, es el teatro y la zarzuela. El teatro es el lugar en donde, aprovechando los entreactos, se hace política. Continúa la alternancia en el poder de los dos grandes partidos de aquellos años: conservadores y liberales, o lo que es igual Cánovas – Sagasta; Sagasta - Cánovas. Para los otros partidos, incluido el reformista, sólo quedan las migajas del pastel; y para los que se niegan a aceptar la monarquía, como los republicanos de Ruíz Zorrilla, ni siquiera las migajas. Respecto a las grandes masas campesinas y obreras lo mismo les da Cánovas que Sagasta: sus miras van hacia el incipiente partido socialista o el más radical anarquismo. La presidencia del Gobierno está en manos de Sagasta. Una presidencia que había provocado las iras de Romero Robledo y la escisión del partido reformista de las filas conservadoras.

Periódicos había muchos en aquellos años. Nada menos que 41 diarios y 135 revistas semanales. Como podían existir tantos en un país en el que aproximadamente la mitad de la población era analfabeta es uno de los misterios de la época. Uno de estos 41 periódicos, El Diario Español, de larga historia y rancio abolengo, es el foro y faro en el que nuestro protagonista hará sus primeras armas. Sin embargo, su primera visita, con toda seguridad, no fue al periódico, sino para su prima Josefina, bella, discreta y huérfana de padre y madre, que vivía con su tía, a su vez viuda y sin hijos. Muy pronto entre primo y prima surgió el amor que terminaría en boda. 

El Diario Español, el periódico en el que Mesa de León ha entrado como redactor y del que muy pronto será director, era en aquellos años uno de los más viejos de Madrid, pues su nacimiento data del año 1852. Hombres y periódicos en aquella época eran menos longevos que lo son ahora. El Diario Español había sido fundado por don Manuel Rancés, y don Juan Alvarez de Lorenzana y por él habían pasado plumas tan significativas como las de sus dos fundadores, las de Julio Nombela, Antonio Flores, Ríos Rosas, los hermanos López Roberts y un largo etc. Durante el reinado de Isabel II El Diario Español había pertenecido a la oposición; pero, a partir de la Restauración, debido a la ruptura de Francisco Romero Robledo con Cánovas, quedó del lado de los reformistas. 

Julio Nombela, que formó parte de la plantilla, dice que "El Diario Español" era un periódico batallador; batallador lo fue también en la época en que Juan Pedro Mesa de León entró a formar parte de la plantilla. Ejemplo de esta prensa comprometida es el artículo titulado Flor de un día, publicado el 21 de febrero de 1888; aunque sólo está firmado con las iniciales M de L, el estilo delata a su autor.

Sin embargo, la estancia en la villa y corte fue breve: en febrero del 89 -el año del "dengue-, Romero Robledo decide el traslado y el 1º de marzo de ese mismo año, Juan Pedro Mesa de León está de nuevo en el tren. Ahora su estación de destino es San Sebastián.

*

San Sebastián era en esa época la ciudad a la moda de España. Muy pronto, al turismo extranjero vino a sumarse otro eminentemente nacional: el de la corte y el gobierno, con todos sus funcionarios y allegados El turismo trajo dinero y el dinero, prosperidad y bienestar, pero también corrupción y caciquismo. Dentro de aquel entramado caciquil tuvo una importancia muy especial Fermín Machimbarrena, así como su hermano José, alcalde de San Sebastián de 1885 a 1887 y, posteriormente, presidente de la Diputación de dicha ciudad. A ellos hay que añadir un tercer hermano, Ramón Machimbarrena que ejercía de hombre de acción y coacción de la familia. En torno a esta cúpula caciquil se movían toda una serie de figuras de segunda y tercera fila, que configuran la oligarquía de la ciudad. 


Desde el primer momento Juan Pedro intentó infundirle al periódico su espíritu combativo. Sus artículos muy pronto encontraron eco y respuesta en los otros periódicos, así como en el entramado poder caciquil. Unos y otros en seguida empezaron a plantarle cara al "director andaluz", como ya empezaban a llamarle amigos y enemigos. Uno de los primeros en enseñar los dientes fue el periódico del Partido Liberal, La Unión Liberal, dirigido por Joaquín Dicenta, que el 22 de mayo escribió un artículo ofensivo contra El Guipuzcoano. Mesa de León optó por enviarle dos padrinos pidiendo explicaciones; Dicenta se negó a darlas y el asunto terminó en duelo a pistola que se efectuó en las proximidades de Hendaya. "Efectuose el duelo en la playa de Ondarraitz, cerca de Hendaya, y, por fortuna, sin consecuencias lamentables.", informa él en una carta a Josefina. La prensa del día siguiente corrobora la misma versión. 


¿Será suficiente este incidente para que el nuevo director comprenda y cesen sus dardos contra el Poder? No, en modo alguno. Sólo han pasado tres meses (el duelo tuvo lugar el 25 de mayo del 89) cuando otro artículo de su pluma vuelve a levantar polvaredas.. 

La respuesta de los interesados no se hizo esperar: al día siguiente (el 27 de agosto de 1889) el cacique y sus adláteres, seguros de que tenían en sus manos a jueces y fiscales, denunciaron el artículo. Romero Robledo se ofreció a ejercer de abogado defensor. No hubo necesidad: la denuncia cayó en el pozo sin fondo de un decreto de indulto. Esta lucha contra el caciquismo actuó de publicidad y las ventas del Guipuzcoano aumentaron inmediatamente. ¿Qué hacer?, se preguntaron de nuevo los caciques. No, otro duelo no. El caciquismo local, optó por el matón con llave inglesa en la mano que espera a su víctima detrás de unos árboles...

Al día siguiente llovieron las protestas contra el clan caciquil. Muy pronto la noticia cruza la frontera y algunos periódicos franceses, como Le Courrier de Bayonne, se unen a ella. 

Al cabo de un mes volvió la calma. Con la llegada del nuevo año -1890- las cosas comenzaron a ir bastante mejor para Juan Pedro. En junio del 91 tiene lugar la boda con su prima Josefina -iglesia de San Ginés- y, poco después, su ascenso a director de El Diario Español. Todo empezaba a ir viento en popa para él y sin embargo...

*

Nunca sabremos lo que ocurrió, pero lo cierto es que en el año 92 Mesa de León rompe con Romero Robledo, cesa su actividad periodística y se marcha de Madrid. ¿Qué ha ocurrido? En la documentación familiar no hay la menor alusión a este acontecimiento. Todo quemado o destruido. Todo perdido para la posteridad. Lo único que está claro es que, poco después del fallecimiento de la tía de Josefina, él y su esposa deciden abandonar definitivamente Madrid. Ahora, Barcelona es la ciudad elegida como nuevo lugar de residencia. La joven pareja tuvo su domicilio en el Paseo de Gracia y, posteriormente, en la Rambla de Cataluña. 

Cuando Juan Pedro y Josefina llegan a Barcelona es la época de los grandes cambios urbanísticos. Desaparecen barrios enteros y nacen otros nuevos. 

En aquel entonces Barcelona era la segunda ciudad de España en publicaciones periódicas: nada menos que 22 diarios y 65 semanarios. El más antiguo de todos ellos era el Diario de Barcelona. Paralelamente fue surgiendo la prensa semanal. Así, en 1896 apareció el semanario Barcelona Cómica. Poco antes, fundada y dirigida por Tomás Orts-Ramos, había hecho su aparición La Semana Cómica. En ella haría Mesa de León sus primeras armas como cronista de teatro en Barcelona.

Mesa de León soñaba con dedicarse a la gran vocación de su vida: escribir teatro. El llamado "género chico" se hallaba en su mejor momento y él, en cuanto se vio libre de sus obligaciones periodísticas, dedicó su pluma al género chico. De toda esta producción, sólo ha llegado hasta nosotros una obra, Tribulaciones de un novio o la portera en acecho, pero sabemos que escribió por lo menos otras tres más. Tribulaciones de un novio o la portera en acecho, con música del maestro Celestino Sadurní, se estrenó en el Teatro Gran Vía el 14 de julio de 1894. El estreno fue un gran éxito. Así, el Diario de Barcelona, en su edición de la tarde del miércoles 18 de julio de 1894, nos ofrece el siguiente comentario:
“Las tribulaciones de un novio o la portera en acecho" es aplaudida todas las noches por el numeroso público que concurre a dicho teatro.(…) 

También había comenzado a colaborar en la revista Semana Cómica. Sus colaboraciones, unas veces las firmó con su nombre y otras con el seudónimo K-bal. 
En 1894 Juan Pedro llega a Alicante para dirigir el periódico La Monarquía. Alicante era una ciudad tipo medio -alrededor de los cincuenta mil habitantes-, que había sufrido bastante durante todo el siglo XIX. A pesar de su precariedad y del enorme freno que suponía el analfabetismo, Alicante, a través de todo el siglo XIX, dio a luz varios periódicos. Uno de estos periódicos fue La Monarquía, diario "liberal-conservador", que, auspiciado por el marqués del Bosch, Mesa de León empezó a dirigir en 1894. Se mantuvo en el cargo todo el tiempo que el periódico fue propiedad del aristócrata alicantino; cuando, debido a los vaivenes de la política, pasó a manos de Juan Poveda, Mesa de León dijo adiós a La Monarquía. 


Presentó la dimisión, pero no se marchó de Alicante. Allí continuó la familia Mesa hasta 1902. Los ocho años que Juan Pedro Mesa de León estuvo en Alicante no se limitó a dirigir el periódico que le habían encomendado, sino que, hombre inquieto y muy de su tiempo, procuró integrarse en la vida alicantina. Fruto de ese deseo de integración, así como de su gusto por el deporte y los inventos del siglo, fue su vinculación al Club Velocipédico de Alicante del que muy pronto llegaría a ser presidente. Desde este puesto de la Unión Velocipédica Española en Alicante, organizó carreras, concursos y premios; incluso, en cierta ocasión en que había muerto un ciclista, tuvo el extraño honor de presidir, a petición de la familia del difunto, el duelo. 

Francisco Gil Craviotto.

*




JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA

JORNADAS DE NOVELA HISTÓRICA DE GRANADA